La oligarquía tecnológica
Los golpes de Estado no son los únicos que amenazan la democracia: la dictadura tecnológica está más cerca que nunca
¿Por qué es importante? Las élites del siglo XXI ya no se esconden: controlan datos, medios y tecnología desde posiciones públicas. Larry Ellison, Peter Thiel, Alex Karp o Sam Altman moldean guerras y gobiernos. Su influencia es hoy un poder real que cuestiona los cimientos de la democracia.

Las teorías sobre élites secretas controlando el mundo en la sombra nunca pasan de moda. Desde los Medici o los Borgia en el tardomedievo, hasta los Rockefeller del imperio petrolífero. Nada nuevo, ¿no? Aunque algo sí ha cambiado: en 2025 ya no son tan secretas ni operan sólo en la sombra. Los nuevos titiriteros del planeta son personalidades públicas, influencers de la excentricidad más absoluta. Son los señores feudales del siglo XXI, abiertamente monopolistas. "El resto deben caer", ha llegado a decir uno de ellos textualmente. Pese a su tremenda relevancia, siguen siendo grandes desconocidos para el público general y no deberían serlo. Pero ¿de quiénes estamos hablando?
El primero de los grandes nombres en el paseo de la fama de Autoritarismo S.A. es Larry Ellison. Puede que no te suene, pero es el segundo hombre más rico del mundo, solo por detrás de Elon Musk. Uno de sus movimientos estrella es la inminente adquisición de la división estadounidense de TikTok, compra con la que su empresa Oracle tratará los datos de los usuarios norteamericanos y, lo que es más importante, su algoritmo. Un ejemplo de su importancia: Ellison es el mayor donante individual a las Fuerzas de ocupación israelíes y es un gran colega de Benjamín Netanyahu y el primer ministro de Israel sabe que la batalla por el relato está en las redes: "Lucharemos con las armas y la más importante red social que es TikTok".
Marta Peirano, periodista especializada en las relaciones entre tecnologías informáticas y el poder, apunta que "el hecho de que TikTok también pase a formar parte del imperio Ellison nos enfrenta con una situación de concentración del discurso que en las próximas elecciones en Estados Unidos será bastante importante. Trump y su pandilla de oligarcas van a controlar el 80% de los medios de comunicación en Estados Unidos antes de que él empiece la nueva campaña". Además, David Ellison, hijo de Larry, ha adquirido Paramount, la archiconocida productora de cine y televisión a la que pertenece la cadena CBS. Ellison Jr. también está detrás de la posible compra de Warner Bros., matriz de CNN.
Palantir, Israel y la CIA
Merece la pena entender a los siguientes dos tecnoligarcas como un binomio. Alex Karp y Peter Thiel son dos de los fundadores de Palantir. Incluso cuando se ha preguntado a extrabajadores sobre a qué se dedica Palantir les ha resultado difícil explicarlo. Sin embargo, podríamos decir que se dedican al Big Data. El tratamiento masivo de datos es una de las nuevas vetas que se han abierto en el sector tecnológico y, desde luego, Palantir lo ha sabido aprovechar, en especial con las administraciones estatales y fuerzas de seguridad.
Su primer cliente fue la CIA, con la que han tenido un largo matrimonio. En 2024 se alió oficialmente con el Departamento de Defensa israelí bajo un contrato secreto. Paralelamente, Israel posee un sistema propio llamado Lavender. Este sistema es utilizado en Gaza como una tecnología "de precisión" para ayudar a identificar terroristas mediante el análisis de sus movimientos, relaciones... ¿El problema? "Según la mejor estadística, una de cada diez veces está designando como objetivo a eliminar a alguien que es totalmente inocente", cuenta Daniel Iriarte, periodista especializado en seguridad global y autor del libro 'Guerras cognitivas'. La relación explícita con la tecnología de Palantir no está clara o al menos no es pública, pero Karp, CEO de la tecnobélica, ha admitido que "Palantir está aquí para asustar a los enemigos y, en ocasiones, matarlos". Karp nunca se ha escondido, sino que se ha jactado públicamente de ello hablando con sus inversores.
Hasta aquí podríamos ver a Palantir como algo lejano, pero nuestro Ministerio de Defensa le ha adjudicado un contrato por valor de 16,5 millones de euros para "inteligencia militar". ¿Qué significa eso exactamente? No lo sabemos, igual deberíamos preguntarle a Peter Thiel. Este alemán afincado durante su infancia en Namibia y Estados Unidos es uno de los tecnoligarcas más mediáticos y polémicos. "La competencia es para los perdedores", ha llegado a decir. "Ahí lo que está cuestionando es uno de los puntales básicos del liberalismo clásico: que la competencia es buena. Que cuando son corporaciones monopolísticas son capaces de invertir más y mejor en el desarrollo tecnológico", explica Aitor Jiménez, investigador del Instituto Internacional de Sociología Jurídica.
Thiel ha extendido su excentricidad mucho más lejos que el resto. Desde la llegada del anticristo hasta la obsesión con el transhumanismo. Su pensamiento asusta, pero su sentido de la venganza lo hace aún más. En 2007, la revista Gawker fue la primera en revelar su homosexualidad. Años más tarde, en 2012, la misma publicación desveló un vídeo sexual del exluchador Hulk Hogan. Thiel encontró en él su caballo de Troya personal. Hogan tenía los motivos y Thiel... el dinero. Pagó los gastos judiciales relacionados con la demanda de Hogan a la revista, haciendo que esta cerrase tras una condena por la que debían pagar 115 millones de euros al exluchador como indemnización. Jaque mate.
El macroestado utópico de Altman
El último tecnoligarca del que queremos hablar es Sam Altman. Puede que no te suene, pero quizá su empresa sí: OpenAI. Espera... ¿aún no? ¿Y si te digo ChatGPT? Así es. El CEO de la compañía de Inteligencia Artificial más usada del mundo es el clásico lobo vestido de cordero. Con su careta filantrópica ha repetido por activa y por pasiva que pretende convertir el mundo en una especie de macroestado utópico en el que nadie deberá trabajar porque su IA lo hará por nosotros y que, además, compartirá con los 8.000 millones de habitantes de nuestro querido planeta las participaciones de su empresa para asegurarnos un futuro.
Pero Sam Altman no es ninguna hermanita de la caridad, más bien, todo lo contrario. Tras su máscara de humildad se esconden intereses económicos que han reemplazado sus supuestos ideales. Después de comparar a Trump con un dictador ha terminado sucumbiendo ante su Gobierno para el desarrollo del proyecto Stargate y ha cambiado su postura ante su administración: "Gracias por ser un presidente tan proempresarial y proinnovación. Es un cambio refrescante". Por tanto, no parece una persona en cuya palabra se pueda confiar y nuestro futuro está en sus manos.
"Los tecnoligarcas de Silicon Valley están diseñando un nuevo mundo donde la soberanía está privatizada, donde la democracia es un sistema obsoleto y donde la infraestructura crítica de la sociedad no se utiliza para empoderar a las personas y a los trabajadores, sino para la vigilancia, el militarismo, el control y la deportación masiva. Creo que este no es el camino que Europa debe seguir y la posibilidad de que se implemente una nueva forma de autoritarismo es real", apunta Francesca Bria, asesora de la ONU y una de las personas más influyentes del mundo en materia tecnológica. Peter Thiel, cofundador de Palantir, lo tiene asumido: "No podemos ganar elecciones porque somos minoría, pero podemos cambiar el mundo con la tecnología...".
Nuestras democracias ya no tiemblan solo ante los golpes de estado y las armas de fuego. En nuestro globalizado mundo, los tecnoligarcas suponen el nuevo paradigma del poder tras el software y los datos y, en esa coyuntura, la dictadura tecnológica está más cerca que nunca.
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