El escenario posterior a la emboscada sufrida por ocho agentes del CNI en Irak atestigua lo cruel de lo vivido por ellos. Aun así, los espías españoles que sobreviven al primer ataque acudieron a ayudar a sus compañeros. Román, nombre ficticio de un agente en activo de la inteligencia española, explica cómo los supervivientes del primer ataque avanzaron con el vehículo a pesar de tener dos muertos y las ruedas reventadas.

"Ahí es donde tú haces verdad el espíritu de compañerismo y de amistad con tus compañeros", afirma Román en el vídeo sobre estas líneas, donde señala cómo otro de los agentes "se queda protegiendo los cuerpos de nuestros compañeros caídos, que hay que protegerlos". "Están en la zona de muerte donde están cayendo los impactos de balas de los enemigos y no tienes más remedio que aguantar, resistir aún sabiendo que vas a morir", apunta por su parte Eduardo Martínez Viqueira, general de la Guardia Civil destinado en Irak en 2003, que añade que "Si tienes compañeros que no tienes otra opción, porque no puedes rescatarlos y huir".

La periodista Mónica G. Prieto, que señala que, más que heroismo, fue profesionalidad: "Hicieron lo que debían hacer, por supuesto defenderse, por supuesto alertar", si bien apunta que "habría que preguntarse el nivel de apoyo que existía por parte de las fuerzas norteamericanas hacia las fuerzas que no eran americanas".

Cuando los supervivientes del primer ataque llegan hasta los miembros del CNI se atisban, cerca, unas casas desde las que comienzan a dispararles de nuevo. "Es media hora bajo el fuego, eso es mucho tiempo", afirma Román, que destaca que "nuestros compañeros estuvieron ahí hasta la última bala".