Santiago Carcar, periodista de ‘Infolibre’, asegura que nadie recuerda cuándo bajó la energía. Y es que las subidas siempre han sido continuas. Sin embargo, explica que en 2013 hubo una bajada en abril que fue seguida de otras dos o tres subidas y “que dejaron esa bajada en nada”.
Jordi Évole y Santiago Carcar visitan un gran almacén en el que venden packs de energía donde hay un bono ligado a un contrato con Endesa que se vende para regalo y supone un ahorro para el consumidor. También visitan una carbonería donde trabaja Juan Manuel que nota que las ventas con la crisis han aumentado. “La gente vuelve a utilizar la leña y el carbón, incluso vuelven a encender el brasero”, comenta.
Santiago Carcar comenta que ha subido mucho la energía, tanto como para que muchos ciudadanos hayan vuelto a la leña o al carbón para calentarse. “En el periodo de cinco años, según datos de Eurostat, ha subido un 63%”, explica.
Lo que ha pasado para que se dispare de esa manera, a pesar de la crisis, “ha sido que el mercado no funciona bien”, asegura. Según un informe de Price Waterhouse Coopers: “España es un caso único en el mundo, en el que los ciudadanos cuanto más pagan a las compañías suministradoras, más deben a esas compañías suministradoras”.
"Las grandes compañías eléctricas continúan teniendo unos magníficos beneficios"
Santiago recuerda cómo funcionan las facturas de la luz. Y es que no todo lo que se paga es luz. “Pagamos una parte que fija el Gobierno que va a cubrir los costes de las compañías, la parte regulada, y la luz, el coste del kilovatio”. El peso de cada una de las partes es “la mitad”. En la parte regulada se incluyen los peajes de acceso por el transporte, por la distribución, la primas a las renovables, costes extrapeninsulares, el bono social y la moratoria nuclear.
El periodista explica que otros países no cuentan con el déficit tarifario, “una característica muy del mercado español”. Un déficit que empezó con los gobiernos de Aznar con las decisiones de regulación que se tomaron. “Se estableció que las subidas máximas sólo podían ser del 2% por encima del IPC o por debajo para controlar los precios. Ese control de precios de no dejarlos subir en un momento determinado, lo pasa al futuro hasta llegar a una cifra desorbitante de 30.000 millones de euros”, explica.
Santiago Carcar asevera que se puede saber cuánto cuesta producir un kilovatio de energía haciendo una auditoría, examinando y analizando cada una de las tecnologías que intervienen en el proceso de generación, ver cuánto cuesta cada una y ver si lo que dicen las compañías que les cuesta es real o no.
El periodista comenta que haciendo una auditoría podría ser probable que en alguna tecnología concreta como la tecnología nuclear o en la producción hidroeléctrica, “nos lleváramos una sorpresa y resulta que los costes no fueran los que dicen que son”. Es decir, que hay instalaciones amortizadas y que realmente todo lo que obtienen puede ser beneficio y entonces, ”estaríamos realmente ante un hecho en cierta forma grave y es que esa abultada deuda de 30.000 millones de euros quizá no es tal”, aunque se haya hecho una auditoría porque la Administración se fía de lo que dicen las eléctricas y de los informes de los órganos reguladores, unos informes que apuntaban a que “había cosas del sistema que habría que revisar en profundidad”.
El periodista explica a Jordi Évole que las grandes compañías eléctricas continúan teniendo unos “magníficos beneficios”. En los últimos diez años “están por encima de los 50.000 millones de euros de beneficios”. Por ello, Santiago comenta que las empresas deberían tener en cuanta de “dónde extraen sus beneficios, deberían tener en cuenta las necesidades de los ciudadanos que son la base de su negocio y deberían ser sensibles a cosas como no cortar la luz en una época especialmente complicada de frío y necesidad”, concluye.
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