El primo de Socorro es también el enérgico portavoz de una familia frustrada por la investigación. Descartaron en todo momento que Socorro se hubiese fugado.

Y así la buscaron incansables durante un mes, con la mente siempre puesta en cómo era realmente ella.

Se había planteado ser monja con tal entrega y fervor como para barajar una nueva línea de investigación. Porque un año después su círculo más cercano no sabe en quién pensar. Sólo tienen la certeza de que el asesino de Socorro todavía anda suelto.