El enclave de Treviño tiene 260 kilómetros cuadrados y dos municipios en los que habita una población de menos de 2000 habitantes, un trocito de Burgos en medio de Álava. Una curiosa isla rodeada de tierra que sufre cada día los problemas de ser Burgos sin ser Burgos. Sus calles, en euskera, los periódicos, alaveses y su tele, vasca.

Sus teléfonos fijos tienen prefijo alavés, algo que, más allá de la anécdota, implica que cuando se llama al 112 desde un fijo, el enfermo acaba en Vitoria y cuando se llama desde un móvil, es probable que si el caso es grave, el paciente acabe en Burgos, a más de 100 kilómetros de casa. 

Los problemas de competencias marcan el día a día de la población, por ejemplo, cuando hay un incendio como el que tuvo lugar en el año 2009. A veces los esfuesrzo se duplican y, sin embargo, en otras ocasiones son insuficientes,

Vivir aislados, aunque no haya agua alrededor es un verdadero problema. Por ejemplo A un Treviñés, Burgos, la capital de su provincia, le queda a 113 kilómetros, más de una hora. Vitoria, sin embargo, está a 23 kilómetros, que equivalen a unos 25 minutos.

Este problema que lleva siendo cotidiano mucho tiempo. En 1998 la gente reivindicaba lo mismo que reivindica en la actualidad. De ahí el referéndum que llevaron a cabo ese mismo año y una propuesta similar en 2013. El resultado, siempre el mismo, la población de la zona quiere ser alaveses y muchos aseguran que sus motivos son más prácticos que políticos.