Dentro de poco, algunas especies animales podrían desaparecer por estar en peligro de extinción. Especies tan emblemáticas como el atún rojo, son víctimas de la moda del sashimi y del sushi.

La sobrepesca para abastecer al mercado japonés ha disminuido la población de estos peces en un 99,99%, y además, la mayoría son capturados cuando aún son jóvenes. A esa presión negativa que ejerce el mercado de la alimentación se suma la minería, la tala o la agricultura. Y por eso le ocurre lo mismo a la cobra de La China o a la mariposa australiana, también a punto de extinguirse.

El número de especies amenazadas no deja de crecer, y a esta lista hay que añadirle la extinción total de un caracol típico de Malasia y de la tijereta gigante de Santa Helena. Con estas dos, un total de 832 especies ya no existen, o sólo sobreviven en cautividad.

Mientras en 1996 eran 10.000, y en 2004, rondaban los 15.000. La cifra, a día de hoy, se duplica, ya que más de 22.400 animales están en peligro de extinción o, lo que es lo mismo, el 30%. A este ritmo, el ser humano necesitará dos planetas para satisfacer sus necesidades y poder ganarle terreno al reino animal.