Aun no hay detenidos entre los miembros de una misma familia que acabaron asesinando a dos de sus miembros tras una fiesta. Los hechos ocurrieron a las 23:30 horas del 26 de julio en el exterior de una sala de fiestas del Él Álamo, Madrid. La violencia se desató entre familias gitanas, y nadie, ni la Guardia Civil, pudo contenerla.

Las vallas volaron por los aires, los coches acabaron destrozados y se podían oír amenazas de muerte. Todo después de que todos hubieran acudido a celebrar lo que llaman un ayuntamiento, algo así como hacer formal una pareja de hecho.

Una fiesta que acabó con varios heridos, algunos de gravedad, y dos fallecidos, Antonio y Jésica, un matrimonio de Vallecas.

Sin embargo, el ambiente del interior de la sala durante la tarde era festivo, ya que todos son parientes, del mismo clan, conocido como el de los feriantes. De hecho, a la celebración acude solo la familia del novio porque los de la novia son más tradicionales y no ven con buenos ojos la celebración.

Fue una pequeña discusión sobre la música, lo que desató el caos. Una pelea familiar que presencian sin tener nada que ver nueve invitados de la familia materna del novio. Uno de ellos, de hecho, intenta poner calma, pero recibe una monumental paliza y a partir de ese momento los de Vallecas se convierten en los enemigos.

Ya en la calle, una multitud va a por ellos. Los nueve se suben en un coche y en su huida se llevan por delante a varias personas, según el dueño del local, a 14, entre ellas a un niño que resulta herido en una pierna.

El coche, destrozado, no llega demasiado lejos y los nueve huyen a pie. Antonio, Jésica y Lucía, cuñada del matrimonio, de 18 años, se esconden en unos matorrales a unos 300 metros. Pero alguien les ve y les pasa por encima con un coche que localizó la Guardia Civil días después.

Antonio y Jésica perdieron la vida. Dejan cuatro hijos. Lucía ha comenzado a andar estos días y tiene paralizada la mitad del rostro. Los agresores, ya identificados, se esfumaron esa misma noche sin dejar rastro. Nadie conoce su paradero, a pesar de que han pasado ya dos meses del triple atropello mortal.

Rocío Hijano es la madre de una de las víctimas y la suegra de la otra. En Expediente Marlasca ha afirmado que "no hay explicación para lo que ha pasado": "Miras para atrás, piensas en todo desde el primer momento y no lo entiendes", ha explicado.

Según ha explicado, ni su hijo ni su familia eran conflictivos: "En ese momento lo único que intentó era evitar que se pelearan". Y afirma que su última esperanza es esperar a que la Guardia Civil haga su trabajo. "También confié aquella noche en que los encontraría bien y los encontré así", ha lamentado.

A pesar de que aún está vigente el secreto de sumario, Rocío Hijano asegura que los agentes "tienen que haber identificado mediante los vídeos a las personas que han sido". "No hubo 14 personas atropelladas en ningún momento, y ellos están escondidos cuando los asesinan", ha destacado.