Tomás Gimeno lo tenía todo planeado: a las 21:46 del 27 de abril, las cámaras de seguridad del Puerto de la Marina de Santa Cruz de Tenerife le grabaron subiendo a bordo de su embarcación. Pocos minutos después, recibió la primera llamada de la madre de Anna y Olivia. Ya entonces, le dijo que no volvería a ver a sus hijas.

Posteriormente, se alejó del puerto y enfiló hacia un punto del Océano Atlántico donde tenía pensado arrojar los cuerpos de las niñas. Sabía que allí nadie iba a encontrarlas, pero no contaba con la búsqueda del Ángeles Alvariño.

Gimeno navegó y llegó hasta el punto donde el buque oceanográfico acabaría encontrando el cuerpo de Olivia, la mayor de las hermanas, y el ancla con la que su padre había lastrado las bolsas en las que introdujo a sus hijas.

La Guardia Civil cree que en ese punto, a las 22:30 horas, arrojó a las niñas al agua. Inmediatamente antes o bien inmediatamente después, llamó él su expareja para decirle que no iba a permitir que sus hijas creciesen sin su padre.

Después, regresó hasta el puerto de la Marina y, en el trayecto, se cruza con una embarcación de la Guardia Civil, que le interceptó y le propuso para sanción por saltarse el toque de queda.

Una vez en puerto, su urgencia era volver a cargar el teléfono: se sube a su coche y va a una gasolinera, donde compra dos cajetillas de tabaco, una botella de agua y un cargador, que conecta en la cabina del vigilante de seguridad del puerto durante unos minutos.

A las 00:27 horas, sale por última vez del puerto, en el que sería su último viaje. Navega durante dos horas en las que recibe y hace varias llamadas. Finalmente, en torno a las 02:30 de la madrugada, su móvil se apaga del todo: es entonces cuando presumiblemente se arroja al agua lastrado con un cinturón de buceo de ocho kilos.

Precisamente en esa área de búsqueda es donde se encontraron recientemente las dos minibotellas de oxígeno de Gimeno. A esa zona volverá el Ángeles Alvariño, porque los investigadores están convencidos de que muy cerca de allí está su cuerpo.

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