Los inicios de Camela no fueron sencillos para Ángeles. Con Jordi Évole, la artista cuenta que ella cantaba siempre junto a Dioni hasta que un productor le dijo que tenía que cantar ella sola. "Cantaba con vergüenza. Me puse a cantar y tenía la sensación de estar desnuda y todo el mundo mirando", confiesa.

Tal era su miedo que si se suspendía un concierto por lluvia llegaba a alegrarse. "Lo pasaba muy mal. Me gustaba mucho lo que hacía, pero de hacerlo a casa a hacerlo en el escenario y ver a esa manta de gente, todo el mundo mirándote... Me sentía como que no estaba a la altura", añade.

Hubo un momento en el que pensó que si la gente lo pasaba bien, ella tenía que hacerlo también. Con Évole, recuerda los conciertos que iba a ver con su madre al Parque de Atracciones de Madrid, colándose en los camerinos de los artistas para lograr sus autógrafos.

"Con los años he sabido el valor que tiene un simple autógrafo. Tardas un segundo y a esa persona la haces feliz. Mi mánager siempre está enfadado porque si un concierto duraba dos horas, nos tirábamos tres horas firmando", afirma.