Uno de los libros más esperados del año ya ha visto la luz. Se trata de la biografía de Elon Musk (llamada 'Elon Musk') escrita por Walter Isaacson, biógrafo de Steve Jobs y Albert Einstein. Este libro de más de 700 páginas, ofrece una visión hasta ahora desconocida del hombre más rico del mundo. Malos tratos, filias, fobias, pensamientos asesinos, influencia política y muchas excentricidades. De todo esto habla Elon Musk en su biografía. Incluso califica a Bill Gates de "completo gilipollas".

¿Qué hay dentro de la cabeza de Elon Musk? Sobre todo tormento. Eso es lo primero que se desprende del libro que comienza por su infancia en Sudáfrica. Una infancia que se describe como un infierno. Musk cuenta que fue acosado en el colegio y que sus compañeros llegaron a pegarle una paliza por la que tuvo que ser ingresado en un hospital. Sin embargo, dice que aún peor fue la situación que vivió en su casa. Habla de su padre como una persona despiadada, maniaca y cruel. Pero dice que gracias a el se convirtió en un amante del riesgo. También habla mal de uno de uno de sus 11 hijos. Se trata de su hija Jenna, a la que odia por ser transexual. El hombre más rico del mundo piensa que la transexualidad es una consecuencia del adoctrinamiento progresista. Aunque el fundador de Tesla también afirma que él no tiene ningún problema con las personas trans. Y que el distanciamiento con su hija se debe a su marxismo radical.

No es el único capítulo en el que habla de política. También ha confesado que fue fan de Obama y del Partido Demócrata... hasta que llegó la pandemia. Tuvo varios enfrentamientos con las autoridades por negarse a cerrar sus oficinas y encontró en el Partido Republicano un mayor refugio. Sin embargo, ha explicado que tampoco le gusta Donald Trump. Al que considera un desestabilizador, a pesar de haber bromeado con haber comprado Twitter solo para que Trump volviese a ganar las elecciones.

En el libro, también ha afirmado que ha pagado a trabajadores públicos para conseguir sus objetivos. Lo hizo en 2015 para poder probar un Tesla. Cuenta que pagó a un hombre para que pintase para él unas líneas en la carretera a cambio de una visita a SpaceX, una empresa estadounidense fundada por él y que se dedica a la fabricación aeroespacial. Estas son solo algunas de las excentricidades que cuenta en su biografía. Cuenta muchas. Desde reservar unos vagones del Orient Exress para beber champán y comer caviar vestido de esmoquin, entre Paris y Venecia, a alquilar un blindado en su boda para poder destrozar con él algunos coches.

Pero sin duda, el capítulo más polémico del libro es en el que cuenta abiertamente su influencia en la guerra de Ucrania. Comenzó ayudando a los ucranianos. Les ofreció conectividad a través de Starlink. Envió más de 15.000 terminales hasta septiembre de 2022. Momento en el que, según dice, Ucrania envió seis drones submarinos a Crimea sirviéndose de Starlink para guiarlos. Lo que no gustó a Musk. Le pareció un gesto imprudente que podría acabar en una guerra nuclear. Y decidió desconectar la cobertura a un radio de 100 kilómetros de la costa de Crimea. Ese radio fue aumentando y acabó vendiendo los satélites al ejército de Estados Unidos para quedar fuera de la guerra.