Las centrales nucleares sin emisiones en Europa compiten con parques eólicos por subvenciones. Bajo el mismo certificado de cero emisiones, la nueva ley de industria equipara a reactores nucleares con fuentes renovables. Francia, una de las impulsoras, ya ha desatado polémicas en este controvertido debate.

En la búsqueda de una transición hacia energías más limpias, surge la interrogante: ¿es realmente la energía nuclear tan verde como se argumenta? Una tabla de clasificación revela que, en términos de emisiones, la energía nuclear lidera con 5,1 gramos de CO2 por kWh, superando a otras fuentes como la hidráulica, eólica y solar. Sin embargo, la controversia radica en que esta clasificación se centra únicamente en las emisiones de CO2, obviando otros aspectos cruciales. Para producir energía nuclear hay que extraer y transportar el uranio, enriquecerlo, mantener las centrales... y si sumamos todo este proceso, acaba contaminando más que una renovable.

Además, mientras la atención se enfoca en las emisiones, persiste una sombra ineludible: los residuos radioactivos. Son pocas las emisiones a costa de productos radioactivos que hay que almacenar, ya que la mayoría tienen baja radiación. Pero aun así, se tienen que guardar en almacenes y se desclasifican después de 300 años. Además, los de alta radiactividad siguen activos durante miles de años y se entierran permanentemente a más de 500 metros de profundidad.

Pero, ¿qué ha influido entonces para que la Unión Europea la considere verde? Uno de los motivos es que hasta que consigamos usar solo energías renovables va a pasar tiempo, y en esa transición necesitamos una energía que no emita gases de efecto invernadero, como es la nuclear. También entran en juego algunos intereses: al considerarla ahora energía verde, las empresas que apuesten por ella van a recibir subvenciones.

Otro de los motivos lo encontramos en Francia, el país europeo con más centrales nucleares, que ha presionado mucho para esta medida. O Alemania, que estaba ya en contra hasta que empezó a depender del gas ruso después de la invasión a Ucrania.

Sin embargo, España va en otra dirección y, de hecho, tiene un plan establecido para cerrar todas las centrales nucleares antes de finales de 2035. Nuestro Gobierno no considera la nuclear como una energía verde y, aunque está de acuerdo en que la transición es necesaria, la avala solo durante un tiempo. El Ejecutivo dice que si se considera verde, se lleva dinero, y que todo ese dinero que va ir a las nucleares tendríamos que estar destinándolo únicamente a las renovables.