En 2023 cerraron en España más de 7.800 bares, y en la última década, aproximadamente 35.000 se esfumaron, marcando la desaparición de uno de cada diez establecimientos de 2010. La tendencia no se explica por una disminución en la salida a comer, sino por un cambio de modelo. Pero ¿por qué este declive? La crisis económica y la pandemia influyeron desencadenando cierres masivos, especialmente en áreas urbanas y pueblos que siguen perdiendo habitantes.
Sin embargo, la clave está en la preferencia por restaurantes, que es lo que está marcando la diferencia. La transformación no significa menos establecimientos, sino un cambio hacia restaurantes más diversos y completos. Por cada 2.000 bares cerrados, surgen alrededor de 1.000 restaurantes, impulsando el empleo en el sector de servicios de comidas y bebidas.
Entre las regiones más afectadas se encuentran la Comunidad de Madrid, Castilla y León y Galicia. Las tres encabezan la lista de pérdidas con una reducción del 26,3%, 24%, y 23,5%, respectivamente. En el caso del territorio madrileño, ha llegado a registrar casi 6.000 bares menos, mientras que en las otras dos comunidades la despoblación en pueblos está causando estragos.
José Luis Yzuel, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España, señala que aunque los bares tradicionales desaparecen, se están transformando en restaurantes más versátiles. La evolución futura dependerá del crecimiento económico, los salarios y los cambios de hábitos. Mientras tanto, la esencia de la caña y la tapa parece desvanecerse, dejando espacio a una nueva era de experiencias gastronómicas.
Una diferencia visible
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