El origen de la beligerancia y la virulencia de la respuesta israelí contra la Franja de Gaza, tras el ataque perpetrado el pasado 7 de octubre por la organización terrorista Hamás, hay expertos que lo sitúan a 84 kilómetros del lugar. Más concretamente en las ruinas de Masada, una antigua fortaleza judía que da nombre a una teoría política y emocional israelí: 'el complejo Masada'.
En 1973, la primera ministra de Israel, Golda Meir, acuñó la referencia a la batalla de Masada, que tuvo lugar en el año 74 d.C. En aquel conflicto, los romanos estaban decididos a acabar con la revuelta judía contra su dominio y sitiaron la ciudadela de Masada. Tras el asedio, los romanos lograron entrar en el complejo, pero se encontraron casi 1.000 cuerpos sin vida en el suelo agrupados por familias. Los judíos que allí resistían, prefirieron suicidarse a rendirse.
Este acontecimiento histórico se ha convertido en un símbolo único de la resistencia del pueblo judío. Masada es una manera de interpretar la defensa militar y las relaciones exteriores de Israel. Los de Masada resistieron hasta el final, hasta el suicidio. Trasladado a la política tiene dos significados: por un lado, renunciar a un entendimiento con el contrario para poder buscar otra solución que no sea un desenlace fatal. Por otro lado, el de estar siempre preparados, el de estar siempre listos porque se vive rodeados de enemigos que pueden asediar y atacar en cualquier momento.
Es toda una seña de identidad del Israel judío. Como se pudo ver durante un funeral de Estado en 1969: en él, enterraron los cuerpos que se encontraron en Masada, supuestamente, los de los judíos que resistieron a los romanos. A ellos y a esa actitud se les ha conferido un carácter de heroísmo, de compromiso, de valentía, de resistencia y de lucha por la supervivencia de Israel. Un sentimiento que, según generaciones e ideologías, es mayor o menor.
¿Cuándo le dieron tanto significado? Tras el Holocausto había un trauma por considerar que no habían luchado, resistido lo suficiente y el mito de Masada les permitía mostrar, como dijo un general, "una grandeza de sangre y valor". Con el establecimiento del Estado de Israel en aquella zona, en 1948, necesitaban establecer vínculos para mostrar que siempre habían estado ahí y Masada era el mito que les daba todo eso. Por eso, en este tipo de ceremonias se cantaba: "Sheynit Masada lo tipul" (Masada no volverá a caer).
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