En España, el trasvase de empresarios hacia la política no es un fenómeno nuevo, pero sus resultados varían. Mientras algunos logran ocupar ministerios y altos cargos gubernamentales, otros vuelven rápidamente al mundo empresarial tras breves incursiones en la política.

Josep Piqué es un ejemplo de empresario exitoso. Desde la presidencia del Cercle d'Economia hasta ocupar los ministerios de Industria, Exteriores y Ciencia; también, como portavoz del Gobierno con Aznar. Piqué dejó su huella tanto en el sector privado como público.

Sin embargo, no todos tienen una carrera tan extensa en el gobierno, Manuel Pizarro, por ejemplo, era el 'número dos' de las listas populares por Madrid después de haber sido presidente de Ibercaja y Endesa. Apenas duró dos años como diputado del Congreso por el PP de Rajoy ​antes de volver al mundo empresarial.

La presencia de mujeres empresarias en la política también es notable. Cristina Garmendia, bióloga de formación, empresaria y sin militancia previa, fue nombrada ministra de Ciencia e Innovación en 2008, convirtiéndose en la cabeza de la cartera ministerial durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Después de tres años de servicio público, volvió al sector privado, en empresas como Gas Natural o CaixaBank.

Por otro lado, Anna Birulés, quien ocupaba el cargo de directora general de Retevisión, fue llamada a servir como ministra de Ciencia y Tecnología durante el mandato del presidente José María Aznar. Tras dos años en el cargo ministerial, Birulés volvió al sector privado.

Más actual es el cambio de empresario a político de Marcos de Quinto, que era directivo de Coca-Cola cuando Albert Rivera le llamó en 2019 para ser su fichaje estrella como gurú económico en las elecciones, un año después abandonó el partido y el escaño.

No todos los empresarios metidos en política llegan al congreso, aunque lo intenten. Es el caso de Jesús Gil, que fue presidente del Atlético de Madrid y alcalde de Marbella; Ruiz-Mateos, empresario y eurodiputado; y Mario Conde, que se presentó a las elecciones generales en el 2000, no le fue bien y 12 años después creó su propio partido con el que quiso ser presidente de la Xunta con el eslogan "Juntos Podemos". Sacó algo menos de 16.000 votos, dijo que no se iba a rendir, pero seis meses después dimitió como presidente de su propio partido.