De hobby fan a salvavidas

Japón se agarra al 'Oshikatsu' para evitar el drama económico: la nueva esperanza está en los fans

¿En qué consiste?
Con la economía al borde del drama, el país apuesta por un estilo de vida basado en la devoción a ídolos como motor de crecimiento. El fenómeno ya representa el 2,1% del comercio minorista.

Japón se agarra al 'Oshikatsu' para evitar el drama económico: la nueva esperanza está en los fans

Japón enfrenta una tormenta perfecta. Los economistas alertan de un inminente drama económico: la inflación sigue escalando, los aranceles internacionales aprietan, el arroz alcanza precios históricos y la natalidad se desploma. En paralelo, el país arrastra una deuda pública colosal —la segunda más alta del mundo en proporción a su PIB—, aunque con un matiz: está mayoritariamente en manos de sus propios ciudadanos. Aun así, la situación es crítica.

Pero, en medio del pesimismo, el Gobierno japonés ha encontrado una inesperada tabla de salvación: el 'Oshikatsu'. Un movimiento que va mucho más allá del fanatismo pop: se ha convertido en un fenómeno económico.

¿Qué es el 'Oshikatsu'? En japonés, oshi significa "apoyar" y katsu, "actividad". En esencia, se trata de una forma de vida centrada en apoyar a ídolos, personajes de anime, grupos musicales, influencers o celebridades. Y no hablamos solo de camisetas y pósters: los seguidores llegan a gastar miles de euros al año en merchandising, entradas, eventos y campañas de promoción financiadas de su propio bolsillo.

Lejos de parecer frívolo, el 'Oshikatsu' mueve cifras impresionantes. Solo en el último año, generó más de 3 billones de yenes (unos 23,5 mil millones de dólares), representando ya el 2,1% del comercio minorista japonés. Se estima que el 11% de la población forma parte activa de este estilo de vida, gastando una media anual de 1.700 euros por persona.

Ejemplos, sobran: campañas publicitarias pagadas por fans en estaciones de metro, carteles de cumpleaños para cantantes coreanos en Tokio o altares dedicados a personajes ficticios. Un joven puede gastar más de 2.000 euros en un anuncio para impulsar la carrera de su oshi, con la única motivación de verlo triunfar.

No es el Plan E, es otra cosa. A diferencia de los estímulos clásicos, el Gobierno japonés no está interviniendo directamente con grandes obras públicas. Está apostando por formalizar y promover esta economía fan como un pilar del futuro: convertir el entusiasmo en motor de crecimiento.

Japón no quiere ser solo un país de consumidores. Quiere ser un país de oshis. En tiempos de crisis, ha decidido invertir en lo más improbable: la pasión. Y puede que, esta vez, los fans sí consigan salvar a la economía.