El cuartel general de los Franco es un edificio en el centro de Madrid. En pleno Barrio Salamanca, a un paso de la Castellana. Donde murió la mujer del dictador y donde residió toda la familia está ahora en venta. Un edificio para hacer pisos de lujo de más de siete millones de euros.

Ese edificio es franquismo puro. Era el refugio de la familia, la casa de la familia. Allí se instaló Carmen Polo, la esposa de Franco tras salir de El Pardo. También se instaló Carmen Franco, la hija del dictador. Ha sido la casa familiar donde todos los Franco han vivido o han pasado temporadas, lo que incluye a nietos y bisnietos. Una vez muerta la matriarca y la hija de Franco, Carmen, ahora se están repartiendo la herencia, sacando dinero de lo que dejó.

Carmen Franco cuando eligió vivir en ese edificio fue por varios motivos. El primero que conocía el barrio. Los Franco habían vivido en el 28 de la Castellana, que no está muy lejos. Y el segundo, que puede que influyera, la presencia cercana de dos embajadas: la de Portugal y la de los Estados Unidos. Uno era una dictadura y la otra sostenía el régimen.

¿Cómo se hizo la familia con el edificio? El edificio tenía 11 pisos y dos locales, más las plazas de garaje. Poco a poco, Carmen Polo se fue haciendo con todos los pisos, salvo uno: el ático. Pertenecía a la familia propietaria del bloque. El bloque perteneció a la familia Astoreca y su familia fue vendiendo todo, pero mantuvo un piso. El ático.

Cuando el marido de la dueña del piso quiso hacer negocios con el Estado, Enrique Marsans, el fundador de Viajes Marsans, había montado una empresa llamada Luz y Sonido. Una especie de recreación de la historia de España. Una sociedad que iba a comprar el Estado. Todo estaba listo para la firma y el día anterior a la firma le dicen a Enrique Marsans que tiene que vender el piso. El último piso que le quedaba a la familia propietaria del bloque. Que si no le vende el edificio a Carmen Polo, no hay firma, no hay contrato.

Enrique Marsans no era el propietario del piso, era el marido de la propietaria. Así que se fue a ver a su mujer y a explicarle la situación. Su mujer no quería vender. Pero el marido veía que sin la venta no funcionaba el negocio. Al final su mujer cedió. Vendió. Y Carmen Polo, el entorno, le pagó con el dinero en un maletín. Así fue como los Franco se hicieron con ese edificio.