Los instantes posteriores al inicio de la guerra fueron inquietantes. El 'New York Times'descubre muchos de esos mensajes. Lo primero que los ucranianos contaron a sus familiares y amigos. En esos mensajes hay amor, rabia o miedo. La mañana del 24 de febrero Ira se despertó por las explosiones. Estaba con sus padres en Lutsk, en el noreste de Ucrania. Cogió el móvil y escribió a su amigo: “No me lo puedo creer. Ha empezado. Están bombardeando los aeropuertos. ¿Qué nos espera? Lo próximo será la ofensiva". Y tenía razón.

Lilia vivía en Lviv, en el oeste de Ucrania. Lo primero que hizo aquella mañana fue escribir a su hermana. Su casa estaba cerca de una base militar: "Svitlanka, la guerra ha comenzado. Ten cuidado. Dile a mamá que tenga cuidado".

Otra de las conversaciones que publica el 'New York Times' es la de Petro. Él estaba en Polonia, pero su hermano en la región de Dnipro. Le alistó el ejército ucraniano unas semanas antes del primer ataque. Y Petro le escribió: "¿Dónde estás?" "Estoy en la región de Dnipro", contesta su hermano. "A mamá le he dicho que estoy en otro sitio". "¿Estás en la guerra o por tu cuenta?", pregunta Petro, a lo que su hermano contesta: "Entramos ayer. Estamos a 200 kilómetros de ellos. No sé, tal vez vayamos a la línea del frente ahora".

El hermano de Petro nunca llegó a responder porque murió en la batalla. Hermanos, amigos y también padres. Kateryna estaba en Kyiv. Su padre en Mariúpol. La última conversación entre ellos fue el 5 de marzo. Su padre murió por la explosión de una mina. "Papá, ¿cómo estás?". A lo que su padre respondió: "Todo está bien. Estuvimos paseando por la playa. Por la mañana los aviones estaban volando. Disparando."

365 días de guerra y todas las conversaciones que no conocemos.