El coste humano
Encadenados, separados y expulsados: la cruel realidad de las deportaciones que Trump quiere trasladar a África
El contexto Mientras presiona a líderes africanos para aceptar migrantes deportados, miles de personas son expulsadas desde EEUU en vuelos forzosos, sin garantías ni derechos, y dejando atrás hijos, tratamientos médicos o una vida construida durante años.

Cada día, miles de personas son arrestadas, encadenadas y subidas a aviones para ser deportadas a países que en muchos casos no reconocen como su hogar. Son despedidas de sus familias, expulsadas a destinos inciertos y arrojadas a una vida marcada por el miedo, la violencia y la incertidumbre. Esta es la dura realidad que enfrentan los migrantes deportados desde Estados Unidos, y que ahora el presidente Donald Trump quiere exportar a África.
Este miércoles, durante una cumbre en la Casa Blanca con cinco líderes africanos, Trump dejó claro no solo su desprecio por los detalles y la historia —al interrumpir al presidente de Liberia, Joseph Nyumah Boakai, para preguntarle sorprendido dónde había aprendido inglés, ignorando que es el idioma oficial de ese país desde el siglo XIX— sino también su estrategia para expandir su política migratoria más agresiva. Presionó a esos líderes para que aceptaran a migrantes deportados desde Estados Unidos, replicando un modelo que ya aplicó en países de Centroamérica como El Salvador y Honduras.
Pero estas deportaciones son mucho más que números o acuerdos diplomáticos. Son procesos inhumanos que destruyen vidas. Los migrantes son encadenados y trasladados en condiciones precarias, muchas veces a países que ni siquiera reconocen como su lugar de origen. En el camino, se separan familias, se fracturan vínculos, y los daños emocionales y sociales son profundos y duraderos.
La historia de Beverly, una niña que vive en Estados Unidos con sus hermanos menores, pone rostro a esta tragedia. Su padre ya fue deportado y su madre, que aparece llorando en un video suplicando que no la separen de sus hijos, fue enviada días después a un país desconocido. Ahora Beverly solo tiene una fotografía de su madre. Casos como este son la realidad para millones de niños estadounidenses que viven bajo la sombra constante de la deportación de sus padres. Cinco millones de niños enfrentan esta amenaza, y las autoridades ignoran circunstancias tan graves como tener una hija enferma en tratamiento.
Pero esta crisis migratoria no se limita a Estados Unidos. En Europa, el Reino Unido ha deportado migrantes a Ruanda; Italia intentó enviar a migrantes a Albania hasta que la justicia detuvo esa medida; y Grecia ha deportado personas a Turquía. La Unión Europea estudia incluso enviar a solicitantes de asilo a terceros países con los que no mantienen ningún vínculo, planteando un escenario que aumenta la precariedad y la vulnerabilidad de quienes buscan refugio.