Quedan 18 días para la Nochevieja. El 31 de diciembre de cada año todos estamos pendientes del reloj para saber cuando dan las 12 de la noche y entramos en el nuevo año.

En la Nochevieja del 2016 al 2017 gritamos "feliz año" con un segundo de retraso. Lógicamente no es que la tierra llegara tarde a completar la vuelta al sol, es que nosotros lo celebramos un segundo después de lo que tocaba. El reloj convencional fue por detrás del solar. Y este año se supone que vamos a gritar "feliz año" un instante antes de lo que toca.

Ajustar los relojes convencionales a los movimientos de la tierra es mucho más difícil de lo que parece: la tierra gira sobre sí misma, rota, y el tiempo que dura ese movimiento es un día, 86.400 segundos. Pero la tierra no siempre tarda exactamente lo mismo en hacer eso. Hay ocasiones en las que acelera y dura menos y hay ocasiones en las que se ralentiza y dura más.

Cuando la diferencia con su duración habitual, en un año, alcanza el segundo, toca modificar los relojes. Se ajusta el tiempo convencional que trata de seguir al solar con el del tiempo solar real. Ajustar los segundos del año a los segundos reales. A ese tiempo extra se le llama interescalar.

De vez en cuando lo ajustamos con los relojes, como en el paso de 2016 a 2017. También se hizo en 2012 y en 2008... Se ha hecho 27 veces desde 1972, desde que se comenzó a medir el tiempo con relojes atómicos, de gran precisión que calculaban el tiempo de forma muy exacta y se daban cuenta de los desajustes entre el tiempo solar y el tiempo convencional.

Se ajustaba un segundo más o menos cada año y medio: o el 30 de junio o el 31 de diciembre. Ese día lo que pasaba en los relojes, de haber tenido uno perfectamente sincronizado y preparado para ajustarse, es que de las 23:59:59 no saltaba a las 00:00:00. Iba a las 23:59:60. Sumaba un segundo para ajustarse correctamente.

Pero esto ya no se hace, desde 2016 no se han vuelto a ajustar los relojes. Se debería haber hecho en 2018 y no se hizo y lo mismo en 2020 y tampoco. Y esta Nochevieja tampoco. El organismo internacional que lo controla ha decidido que hasta 2035 no se vuelven a tocar los relojes, haya o no haya segundos atrasados o adelantados. Y a partir de 2035 previsiblemente se amplía esa moratoria cien años más.

Hasta ahora se ha hehco básicamente porque algunas tecnologías colapsaban con ese mínimo desfase temporal. Cada vez que se producía este cambio, los sistemas de programación de aplicaciones, webs, sistemas operativos, de programación colapsaban. Sufrían una especie de efecto 2000. Le pasó a las reservas de aerolíneas, le pasó a Wikipedia, le pasó a Linkedin, a Mozilla y a Meta: la propietaria de Whatsapp, Instagram y Facebook se quejó del problema que generaba meter un segundo.

El problema es que las compañías amenazaron con no ajustar sus propios relojes y eso es un drama: todas habrían estado en la misma hora, pero no en la misma exactitud. Eso habría supuesto que para unas empresas serían las, por ejemplo, 21:03:04 y para otra las 21:03:05. Eso implicaría que las compañías no estarían coordinadas, lo que significaría que no habría coordinación.

Eso afectaría a los GPS, a las transacciones financieras, a sistemas de seguridad... Todo lo que incluye el tiempo como valor quedaría desajustado del resto. Todo lo que necesita de la exactitud del tiempo quedaría tocado.