Red ultra europea
De Alemania a Grecia, pasando por Italia: la red de neonazis que persigue migrantes por toda Europa
Los datos Se hacen llamar justicieros, pero solo son racistas. En 2023, Alemania sufrió 2.300 ataques contra migrantes; en Grecia, ultras incendiaron centros en Lesbos; Italia y Reino Unido también enfrentan violencia neonazi organizada y disturbios contra refugiados.

La historia se repite, pero con nuevos nombres y nuevas redes sociales. La extrema derecha europea lleva años utilizando la migración como arma política: primero con bulos, después con odio, y finalmente con violencia organizada. Se presentan como defensores del orden y la identidad nacional, pero lo que están haciendo —y cada vez con más frecuencia— es sembrar miedo y atacar a quienes llegan buscando una vida mejor.
La estrategia no es nueva. Hitler ya la usó hace un siglo, culpando a los judíos de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial con la falsa teoría de la "puñalada por la espalda". Aquella gran mentira sirvió para justificar el antisemitismo y preparar el camino al horror. Hoy, otros líderes y partidos siguen el mismo libreto.
Donald Trump convirtió a los mexicanos en chivo expiatorio. Los acusó de ser delincuentes, narcotraficantes y violadores. En paralelo, daba pábulo a bulos como que Barack Obama era musulmán y, por tanto, "sospechoso". En Hungría, Viktor Orbán culpó a George Soros de orquestar una supuesta "invasión migrante" cuyo objetivo sería reemplazar a la población húngara.
En España, Vox difundió carteles en el metro de Madrid que aseguraban que los menores migrantes cobraban más de 4.000 euros al mes. Era mentira, pero ya daba igual: el mensaje había calado.
Estos discursos buscan lo mismo: construir un enemigo. Señalar a los de fuera como los culpables de todo lo que va mal —desde la inseguridad hasta el paro— y así justificar políticas racistas. Pero lo preocupante es que no se quedan solo en los micrófonos o los carteles: ahora actúan con violencia.
En Italia, el grupo ultra 'Artículo 52' —que se apropia de la Constitución italiana para justificar sus actos— ha sido grabado propinando puñetazos y patadas a migrantes tumbados en el suelo. En Reino Unido, la tensión llegó al punto de que fue necesario desplegar a 6.000 policías para frenar a grupos de extrema derecha que asaltaron un hotel en Londres donde se alojaban migrantes. Todo empezó, una vez más, con bulos virales en redes sociales.
En Alemania, los ataques han crecido de forma alarmante: en 2023 se registraron 2.378 agresiones contra refugiados, casi el doble que el año anterior. Hubo 219 heridos. En Chemnitz, en 2018, cientos de neonazis se lanzaron literalmente a la "caza del extranjero", como lo llamaban ellos, convocados desde foros y grupos de Telegram.
Grecia también ha vivido episodios escalofriantes. En la isla de Lesbos, ultras atacaron a refugiados entre gritos de "¡quemadles vivos!". Varias personas resultaron heridas y hubo que evacuar centros de acogida. Algunas ONG también fueron atacadas. La excusa, como siempre, fue una mezcla de bulos, teorías conspirativas y racismo.
El patrón es claro: grupos ultras organizados en redes sociales difunden bulos, señalan a migrantes como enemigos y llaman a la acción. Lo que antes eran simples mensajes de odio se ha transformado en agresiones físicas, disturbios callejeros e incendios. Todo con un barniz de "patriotismo" que solo sirve para camuflar la violencia racista.