El fin de la patente de diez medicamentos contra el cáncer, la diabetes, la epilepsia y la depresión ahorrará a la sanidad pública 375 millones de euros. LaSexta Clave ha analizado el funcionamiento de las patentes, que en este caso hará que los medicamentos resulten mucho más baratos.

Lo primero que hay que saber es que todo medicamento tiene unos años donde puede venderse sin competencia, con exclusividad. Esto ocurre porque se entiende que el laboratorio ha gastado un dinero en desarrollar el medicamento, que ha estado años investigando e invirtiendo y que tiene 'derecho' a recuperar su inversión. Por eso, durante una serie de años el producto no puede copiarse, pero pasados esos años la competencia puede vender 'copias' del medicamento, los conocidos como medicamentos genéricos.

Y eso es lo que ha pasado este año con diez medicamentos que han perdido la exclusividad. Eso hace que se abarate su precio por dos motivos: las copias pueden ser más baratas porque no tienen que recuperar el dinero invertido en la investigación, ese es un motivo. Y el otro, que el medicamento original puede bajar el precio para resultar competitivo con las copias. Además, si el medicamento está financiado por el sistema nocional de salud tienen que ser económicos, y si el medicamento original es más caro que la copia, la seguridad social no lo cubre.

Los laboratorios no siempre aceptan las reglas del juego sin problema y algunos hacen tretas para evitar que lleguen esas copias. Es el caso del laboratorio del medicamento Revlimid, el segundo medicamento más vendido del mundo que se usa para los cánceres que afectan a la sangre, para enfermedades de la sangre. Es uno de los medicamentos que han perdido la patente y se calcula que España se va a ahorrar con ello 132 millones de euros.

Pero antes de llegar a esta situación, el laboratorio Bristol-Myers-Squibb movió ficha para no perder la patente. Según demandas que le han puesto en los Estados Unidos al laboratorio, lo que hizo fueron tres cosas: se negó a compartir su información, presentó demandas diciendo que le habían robado la patente y pagó a posibles competidores para que no metieran su producto en el mercado. Es decir, a los que iban a presentar las copias les pagó para que no las sacaran y así su producto siguiera exclusivo en el mercado.

Entre los medicamentos que han perdido la patente este año hay otros que han hecho cosas similares. El Pristiq, un antidepresivo, ha perdido la patente este año y el estado se va a ahorrar 17,92 millones al año.

Pero para mantener la patente, según estudiosos de los medicamentos, el laboratorio decidió inventarse que el medicamento era nuevo, sacando una variante que decían que era nueva y mejor pero que básicamente era el mismo medicamento.