Ocho kilómetros de valla separan Ceuta de Marruecos. Al otro lado de la frontera, los ansiolíticos españoles inundan las calles. La caja de Rivotril de 60 pastillas que cuesta dos euros en nuestras farmacias se vende en las calles de Marruecos hasta por 300. Allí, los jóvenes lo mezclan con alcohol y otras sustancias para aumentar su efecto. "Me meto la pastilla en la boca y la trago con agua. Hay que tomar hachís o beber después para tener el efecto bueno", afirma uno de ellos.

El joven cuenta que antes tomaba esa droga "cada día", pero que ahora lo hace "tres veces a la semana". "El 'Karkoubi' es una droga que te permite calmarte y que afecta a tu cerebro", subraya, al tiempo que indica que "hay marroquíes en Europa que compran bajo pedido" y lo llevan a Marruecos. Precisamente, allí, Kadiri Abdemagid, presidente de la Asociación Al-Azhar-No al 'Karkubi', recorre los centros educativos alertando del peligro de la droga.