Lo hacemos con la mejor de las intenciones, pero, a veces, tiene el peor de los desenlaces. El consumo excesivo de ropa, la fast fashion y el continuo ir y venir de prendas en nuestros armarios tiene un coste que en España y otros países europeos no llegamos siquiera a imaginar. Para que seamos conscientes de lo que provocan nuestras acciones más cotidianas, como desechar la ropa que ya no utilizamos, Jalis de la Serna y el equipo de Enviado Especial viajan hasta Ghana, el país que Occidente trata como si fuera su contenedor.

Junto a Ricardo Serena, colaborador de una ONG, y Alba Amoo-Gottfried, productora local y guía, el presentador del programa llega hasta un poblado de pescadores asentado en la mismísima playa. La imagen que allí le espera es dantesca y está compuesta por pantalones, camisetas, vestidos, chaquetas y todo tipo de prendas procedentes de nuestros armarios. "Prendas que la gente haya depositado en un contenedor de Madrid, Valencia o Barcelona o de cualquier ciudad de España, pensando que van a ser reutilizadas en la parroquia de un barrio próximo", explica Serena.

El alcantarillado de Acra, la ciudad que acoge el mercadillo de ropa de segunda mano más grande de parte de África, desemboca en ese río que llega al Atlántico. "No hay un centímetro de arena", dice Jalis con voz queda. "Yo creo que nadie somos conscientes de hasta qué punto, detrás de estos contenedores de ropa y creyendo que estamos haciendo el bien, estamos realmente contribuyendo a esto", lamenta el colaborador de la ONG.

Un tsunamidedesechostextiles que da la medida del desastre. "La idea es concienciar y sensibilizar al público desde abajo", cuenta, ya que, aunque cada semana su equipo y él intentan limpiar manualmente la playa, su trabajo no tiene ninguna repercusión.