Lisa Lovatt-Smithdecidió abandonarlo todo e instalarse en Ghana en el año 2002. Allí fundó una ONG que hoy sigue en activo. Antes, era editora de una prestigiosa revista de moda. Ahora, pasea junto a Jalis de la Serna por las tiendas de Kantomanto, donde la ropa de segunda mano que llega de Occidente lo invade todo, como una mala hierba.
"Lo que tienes que saber es que aquí el problema más grande que hay es la cantidad", puntualiza Lisa. "Yo vengo del mundo de la moda pero del antes del 'fash fashion' (ropa que cuesta poco porque se hace muy rápido)", cuenta. Desde el año 2.000, la producción mundial de ropa se ha duplicado.
Lo cierto es que compramos un 60% más de ropa que hace 15 años. "Si antes nos comprábamos 10 o 12 prendas al año, ahora nos compramos 16 o 18 prendas al año", detalla Jalis. "Pero el problema es que esas 16 prendas no te las pones. Es decir, te las pones una vez o dos y luego la das a un container y termina aquí (en Ghana). Entonces, el problema es triple: estamos comprando más, de peor calidad… Y encima nos lo ponemos menos", reflexiona la experta.
"Quiero insistir en el tema de poca calidad porque por ejemplo yo tengo un abrigo que lo tengo desde 1989 y está perfecto. Enséñame un abrigo del 'fast fashion' que pueda durar 40 años; es que no existe. Por lo cual el modelo económico de la 'fast fashion' es un modelo basado en el desperdicio".
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Y es aquí, a Kantomanto, donde llegan los restos de la moda 'low cost'. Los fardos de tercera que luego pasaran a formar parte del monstruoso vertedero que contamina los ríos y el mar de Acra.