El camino a casa de Alaska ha llegado a su fin y Albert Espinosa se va de la casa de la madre de la artista para dejar que Olvido, América y Puri se pongan al día y las tres amigas recuerden el pasado. Puri no deja de rememorar momentos divertidos y muy locos, como la primera vez que probaron tequila y sangría y se emborracharon, o cuando apagaron un incendio juntas, el origen de su gran amistad.

"Bueno, ¿y tú cómo estás?", quiere saber Alaska. "Pues estoy un poquito llenita, pero bien, gracias a Dios", refiere ella. "Estás muy bien. Está igual Puri que cuando la conocimos", dice Alaska a su madre. Lo cierto es que Puri llega un poco regular a la grabación de El camino a casa. "He estado dos días sin dormir. Te lo juro por Dios. Estaba nerviosísima. Dos días sin dormir. Lo que no me han hecho los hombres ni los novios. Os lo juro, no he dejado yo de dormir por nadie, nada más que por este ratito", confiesa.

Su atención se posa ahora sobre el operador de cámara del programa. "Está bastante bien de salud", dice ella, picarona, para acabar reconociendo que es "muy mono". Su sueño vuelve a correr peligro, bromea Alaska. Puri cambia de tema rápidamente. "¿Te acuerdas cuando veíamos a los grises desde arriba que estaban pegando abajo?", pregunta. "Y tú llamaste de todo a los grises. Tenías solo 12 años. Los llamabas de todo"

Otra noche, América y Puri se enfadaron mucho porque la niña no apareció hasta las 4:00 a.m. "Yo creo que desde entonces me cogiste un poquito de manía. Porque hacía un poco de madre también yo de ti. Y es que tu madre no te riñó", sigue contando Puri hasta que las cámaras se apagan.