Fernando Martín Vicente, el presidente de la FEDDI (Federación Española de Deportes para Discapacitados Intelectuales) durante los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000, no acabó en la cárcel por el fraude cometido. Ni él, ni los otros 19 acusados. Solo se vio obligado a dimitir de los cargos. Sin embargo, los jugadores del equipo, entre los que se incluyen Ramón Torres 'Ray' y Juan Pareja, los dos únicos que verdaderamente tenían discapacidad, tuvieron que devolver la medalla de oro.

"Hemos tenido una alineación indebida y por tanto, el partido es nulo (...) Se trata, simplemente, de reconocer. Lo que no podemos es seguir teniendo una medalla si no nos corresponde", explicaba entonces Martín Vicente a los medios de comunicación.

Ramón Torres fue uno de los que peor encajó este revés. "No es justo. Yo he demostrado que sí valía, ellos han engañado. No es justo que yo tenga que devolver la medalla, porque me la he ganado con sudor", contaba ante la prensa en el 2000.

Su amigo Javier Vega, entrenador del Club Baloncesto Alcalá en el 2000, destaca la tristeza con la que vivió Ray este momento. "Estoy rabioso, jodido", le dijo en su día. "Después de todo lo ocurrido, tener que devolver la medalla, lo que significa para los que hemos hecho deporte tener en la mano sea del color que sea esa medalla y tener que devolverla... Más triste que eso, no sé qué puedo ocurrirte en la vida como deportista. Y a una persona con discapacidad, posiblemente le haya podido crear un trauma para siempre", reflexiona Vega.

"No entendía por qué. Ya no me dieron explicaciones y todo se quedó así", cuenta Pareja en 'Anatomía de...". Su sensación es que "todo el sacrificio no ha valido para nada". Le dijeron que le iban a dar una réplica, pero no se la dieron. "Me vine un poco abajo, y entonces intenté olvidarlo", cuenta. Desde entonces, no ha vuelto a jugar al baloncesto. "Se me quitaron las ganas de demostrar. Te quitan algo tan preciado, por lo que habías luchado tanto, la ilusión que habías puesto. Que hagan esto, no tiene perdón. No tiene sentido. ¿Cómo puede hacer estas cosas esta gente?, se pregunta.

Después de la estafa de los Juegos Olímpicos en Sídney, el baloncesto para las personas con discapacidad quedó fuera de la competición para siempre. "Los que más han pagado por esto son personas con discapacidad que tienen en el deporte un vehículo que posiblemente conduce gran parte de la autoestima de su vida. Tienen un objetivo que puede ser la hostia, que es participar en los Juegos Olímpicos, que es lo más grande para un deportista, y que nunca lo van a poder conseguir porque unos señores decidieron hacer trampas", reflexiona Quique Peinado, periodista deportivo y redactor de 'Gigantes del Basket'.