Más de 500 millones de viajeros utilizan cada año el Metro de Madrid. Y en él, solo en 2022, se han olvidado hasta 60.000 objetos. O lo que es lo mismo: más de 160 de media cada día. "Desde anillos, escrituras de una vivienda, unas tarjetas de un árbitro...", cuenta Rafa Villa, encargado del Servicio de Logística de Metro Madrid.
La gran mayoría son objetos cotidianos. Casi la mitad, más de 30.000, son tarjetas de transporte. Carteras y documentación completan el podio de los objetos más olvidados. Pero, rebuscando entre las cajas, también encontramos sorpresas. "Hemos encontrado bastantes dentaduras y bastantes audífonos", cuenta entre risas Rafa Villa. Y no las única curiosidades. Localizan bastones, muletas y sillas de ruedas casi cada día: "Nosotros siempre decimos que hay un milagro en metro: entran con la silla y salen sin la silla".
Por sorprendente que parezca, muchas veces los objetos que localizan son el reflejo de lo que está ocurriendo en la ciudad. "Si estuviéramos encerrados aquí dentro sabríamos, más o menos, lo que está ocurriendo en la superficie", cuenta Rafa Villa. Ahora, con el calor, empiezan a contar por decenas las gafas de sol. Hace unos años ocurrió algo parecido con objetos y documentación en esloveno: "Ese fin de semana nos dimos cuenta que Primož Roglič había ganado la Vuelta a España".
Los objetos perdidos se guardan durante dos o tres semanas en la estación en la que se localizan. Si nadie los reclama, se llevan hasta el almacén central, ubicado en la estación de Plaza Castilla. En él encontramos también guitarras, micrófonos, un marco de cuadro gigante e, incluso, unos esquís: "Con Filomena la gente utilizaba el metro de telesilla: subían Castellana arriba y bajaban Castellana abajo".
Si pasados dos años nadie ha reclamado un objeto, la persona que lo haya encontrado podría quedárselo si ha dejado sus datos. Si no es así, la documentación personal se deriva a la comisaría o embajada que corresponda. La ropa que está en buen estado, se dona. Lo demás, es subastado por el Ayuntamiento y, si no está en buen estado acaba en la basura.