¿Cómo se llegó al ataque mortal de Algeciras? Mientras la Policía intenta armar el puzle de la radicalización del jovenYassine Kanjaa, sus compañeros de piso hablan de un cambio muy rápido. "Últimamente solo estaba dedicándose a rezar", afirma uno de ellos, que sostiene que "ha perdido totalmente la cabeza". En diciembre -cuentan- se dejó barba, empezó a vestir chilaba y les intentaba controlar.

Convivieron con el ahora detenido durante el tiempo de su radicalización exprés, en el que "la vida en la casa" se volvió "un infierno", según su testimonio. Yassine comenzó a imponer, agresivamente, según quienes lo vivieron, normas en la casa que justificaba señalando al Islam: de acuerdo con sus compañeros, no dejaba entrar a quien quisiera beber alcohol e iba incluso más lejos si veía a alguno de sus ellos con una mujer.

Hablan incluso de un comportamiento agresivo y de amenazas con un machete, que guardaba "debajo de su cama", y un hacha: "El chaval está loco", afirma uno de sus conocidos. "Quería sacar a uno fuera de aquí y matarle", agrega.

Un comportamiento extraño que también dejó ver en varias mezquitas que visitó en las últimas semanas. Omar Khamleni, responsable de una de ellas, explica que "estaba exigiendo que la mezquita no se cerrase" de una manera "no normal". No fue el único episodio similar y, según otro testigo, en una ocasión se indignó diciendo "que la gente no tiene derecho a subir a la mezquita con las manos mojadas".

El viernes anterior al ataque, según explica José Ángel Cadelo, echó en cara a un responsable el alboroto de los niños que venían de estudiar en la madrasa, asegurando que "ese jaleo de los niños es impropio de un lugar sagrado".

Así, en cuestión de mes y medio Yassin cambió por completo, hasta perpetrar este miércoles el ataque en el que mató a un sacristán e hirió de gravedad a un sacerdote. Ahora se encuentra en dependencias policiales en Madrid a la espera de pasar a disposición judicial, algo que, en principio, ocurrirá el próximo lunes.