La especia Rhizostoma Luteum ha vuelto una vez más a las costas andaluzas. Algo que ya ha ocurrido antes, pero que, en realidad, es muy poco frecuente. Estas monstruosas medusas —las halladas hasta ahora en España pesan alrededor de 7 kilos, pero según los expertos pueden alcanzar los 40 de peso— no suelen habitar el Mediterráneo, pero la Universidad de Granada ya ha dado con ellas y avanza en su estudio.
Ahora bien, la realidad es que siempre que este animal ha estado en nuestro país, le ha gustado asomarse por la orilla. No es algo extraño, debido a que, a pesar de su alto peso, estas pueden ser atraídas hasta la arena empujadas por grandes corrientes. Razón por la que los bañistas deben saber qué hacer (y qué no hacer) si se topan con una.
Consejos para lidiar con una Rhizostoma Luteum
Lo primero de todo, si ves una de estas medusas, ya sea en el agua o en la arena, calma. A diferencia de lo que podría ocurrir con una carabela portuguesa (de tamaño mucho menor) este animal no es de los más peligrosos que te puedes encontrar. De hecho, su picadura afecta menos de lo que habitual, aunque sí que puede causar irritación.
Según los expertos, la clave está en qué hacer cuando nos topemos con ella en la orilla. Y aquí el consejo es el mismo, dentro de lo que se pueda, que en el mar: no la toques, no te acerques y ni mucho menos la caces, como hacen algunos bañistas.
La Rhizostoma Luteum, cuando llega a la orilla, suele hacerlo en estado crítico. En este caso, lo que se recomienda es dejarle distancia y que ella misma siga su camino. Por ello, no hay que intentar cogerla ni echarla en la arena, como confiesa algún que otro bañista a laSexta.
Avistada por primera vez en 2012
La primera vez que se tuvo noción de esta especie en España fue en 2012, cuando se produjeron más de 50 avistamientos en la costa murciana y en las playas de Almería, Granada y Málaga.
Aun así, ya en su momento, los investigadores avanzaron que la picadura de esta enorme medusa no es peligrosa. Según explica el ente académico, y como se aprecia en las imágenes de Luis Sánchez Tocino, biólogo marino de la UGR, el color de estas medusas es blanco translúcido con tonalidades violetas. Los brazos orales son largos y con la parte terminal gris oscuro.
Su ciclo de vida evoluciona con gran rapidez en condiciones de laboratorio. Según recoge la universidad, a las 72 horas ya se forman cuatro tentáculos. A las dos o tres semanas, presentan forma de copa con entre 8 y 12 tentáculos y un hipostoma desarrollado.
Qué hacer si te pica una medusa
En el caso de que suframos la picadura de un animal marino de este tipo, en general, lo primero que debemos hacer es lavar la zona con agua de mar o suero fisiológico, evitando el roce de la arena.
Sin embargo, hay ocasiones en las que se adhiere a la piel. Para intentar zafarse de ellas, explica la dermatóloga Lorea Bagazgoitia, es importante tener en cuenta que, a pesar de que la medusa esté muerta, tiene capacidad urticaria. Para ello, por tanto, habría que utilizar guantes o pinzas, por lo que lo mejor es que lo hagan en un puesto habilitado.
En caso de que no haya un puesto de primeros auxilios cerca, debemos desprender las zonas de la medusa que se hayan adherido a nuestra piel con un objeto como una tarjeta o un móvil, siempre tratando de no rozarla con ninguna otra zona del cuerpo. Junto con eso, una vez retirada, se deberá aclarar la zona con suero o agua salada, pero no con agua dulce, jabón, alcohol u orina, ya que podría provocar que el animal expulsara más veneno.