La instantánea de un pezón femenino con formato ocular se ha convertido, en los últimos días, en el epicentro de la polémica. Con la presentación del póster que anuncia la nueva película de Almodóvar, ‘Madres Paralelas’, han emergido los debates más abruptos de Instagram, una red social que censura el desnudo (especialmente el femenino), reservándose para sí una legitimidad a la que muchos tildan de machista.

Por todos es conocido que el algoritmo de Instagram censura los pezones femeninos, sin oponer restricción alguna a la exhibición de los mismos por parte del género opuesto. Perfiles anónimos y proyectos artísticos han sufrido el bloqueo de una red que recibe grandes críticas por su rigurosa, a la vez que sesgada, directriz. Su última víctima ha sido ‘Madres Paralelas’, con un cartel que en primera instancia no logró pasar los filtros de Instagram.

Tras conocer el fallo, el director se ha pronunciado este mismo jueves para agradecer el apoyo masivo de una sociedad que ha convertido su defensa en una causa común. Pese a quebrar la normativa de desnudos dictada por Instagram, la red ha admitido una excepción con la obra artística de Javier Jaén, diseñador del poster.

El perfil de Twitter de Agustín Almodóvar se ha convertido en escaparate para el discurso de su hermano, quien ha decidido manifestar sus reflexiones sobre el peligroso poder de unos algoritmos que nos toman la delantera en esta fiebre tecnológica. Un discurso que abre con: “Muchas gracias a todos los que habéis apoyado el cartel de Madres Paralelas, a los que lo habéis posteado más de una vez, a los que habéis debatido sobre la necesidad de un poco de cordura ante la visión de un pezón femenino, a los que habéis hablado de ello en los medios”. Las palabras de este exponente de la movida madrileña han querido construir un discurso de agradecimiento con todos los que han avalado la libertad de mostrar pezones femeninos.

Tal como recoge el comunicado, esta defensa ha permitido reformular los códigos de lo ofensivo y lo obsceno, así como advertir la precariedad de nuestras libertades en la sumisión a las redes. Algo que manifiesta defendiendo que hay que “estar alerta antes de que las máquinas decidan qué podemos hacer y qué no podemos hacer. Siempre he confiado en la amabilidad de los desconocidos, pero siempre que sean humanos y un algoritmo no es humano”.

Almodóvar insta a identificarnos subordinados, para así conquistar un nuevo rol frente a las redes sociales. Los algoritmos, como el director defiende, no son seres humanos. Éstos carecen de corazón y de sentido común, por lo que no poseen legitimidad alguna para coartar nuestras libertades. Como el propio director dice: “Habéis conseguido que las mentes que hay detrás del algoritmo que decide qué es o no es obsceno y ofensivo hayan dado marcha atrás y permitan que el cartel circule libremente. Es una victoria vuestra, una gran victoria”.

El cine como revulsivo

Si hay una disciplina artística capaz de vulnerar la censura, esa es el cine. El séptimo arte ha logrado dilatar los márgenes éticos de una sociedad que se reconoce libre. La industria cinematográfica española ha removido, tradicionalmente, los cimientos del conservadurismo, de la mano de iconos progresistas como Elías Querejeta o nuestro protagonista Pedro Almodóvar. La lucha de este director manchego por romper el yugo de las pulsiones reprimidas, su hartazgo con el moralismo delirante, ha desembarcado, esta semana, en el complejo mundo de las redes.

El debate se ha prolongado durante toda la semana, refundiendo críticas que han inspirado un genuino movimiento social. Finalmente, los defensores del cartel han logrado obtener la reconsideración de Instagram, que se ha retractado en su censura. La red social ha alegado que la propuesta posee una naturaleza artística, dando tregua al poster de la nueva película de Almodóvar.