Irune murió hace un año arrollada por un tren en la estación de Areta en Álava. "Al salir del tren y cruzar por las vías para abandonar la estación la arrolló, es el único paso que existe para abandonar la estación", explica Gonzalo Faustmann, padre de la víctima.

Se trataba de un paso sin barreras ni semáforos, sólo tiene una alarma que avisa de la llegada del tren dos minutos antes. Irune estaba dentro del vagón y no la oyó.

Tampoco pudo escuchar la señal Laura, que murió arrollada en 2014 en un paso entre andenes en Alpedrete. La niña, de 13 años, iba acompañada de su prima de 15. Cuando llegaron con sus bicis a cruzar el anden la señal ya había sonado.

"Uno de los pasajeros que había en el andén hizo un aviso, 'cuidado el tren', él sí que llevaba tiempo en el andén y había escuchado esa señal. Mi hija lo oyó y Laura traspasó", relata Susi Martín, tía de Laura.

En ninguno de los dos casos se cometió una imprudencia. Las víctimas sí cruzaban por un paso habilitado para ello.

En la última década, 46 personas han muerto en este tipo de paso, pero siguen existiendo. Como el de la estación de San Yago, en Madrid. Un paso que cruzan cientos de personas cada día.

Tras la muerte de su hija, Gonzalo está luchando para que estos pasos sean soterrados. Ha entregado más de 300.000 firmas al ministro de Fomento, que se ha comprometido a realizar un estudio sobre la peligrosidad de estos accesos.