Una de las víctimas, Beatriz Pérez, tenía 45 años. El año pasado falleció a su padre y este le acababan de quitar a ella un bulto del pecho, ese día se dirigía a Ávila a revisión.
Sus vecinas en Navarredondilla la recordaban con mucho cariño y dolor y sólo pensaban en su madre, Julia que viajaba junto a ella y aún permanece ingresada, aunque evoluciona bien, en la UCI del hospital de Salamanca.
En Navatalgordo también están de luto. Allí vivían Berta Erica y Jorge, madre e hijo de procedencia chilena. Ella se encargaba de cuidar a una anciana desde hacía un año y su hijo acababa de irse a vivir con ella tras quedarse en paro, el día del accidente acompañaba al traumatólogo a su hijo.
Apenas les quedaban nueve kilómetros para llegar a Ávila, para que Martín Garrido, y su hija Beatriz, Bea, como la conocía todo el mundo en la Asociación Abulense de Síndrome de Down hubieran llegado a su destino. Pero no pudo ser.
La carretera se llevó nueve vidas, otras como la de Carmelo, al que vimos ensangrentado minutos después del siniestro pueden contarlo. "Había cuatro o cinco muertos a mi lado" asegura Carmelo, conmocionado por el accidente.
Miguel Ángel ese día cogió el autobús, pero sabe que bajar en Navaluenga posiblemente le salvó la vida. "Si hubiera seguido hasta Ávila me hubiera pasado a mi lo mismo".
De los 22 heridos, 10 aún permanecen ingresados, y dos continúan en estado grave en el hospital de Ávila.El próximo jueves se oficiará un funeral en la Catedral de Ávila en memoria de los fallecidos.