Todo comenzó con un mensaje de protesta. "Mi marido es mi marido y no mi amigo. ¿Cuándo terminará esto?", esto fue lo que publicó en Twitter un escritor alemán que aseguraba sentirse discriminado por ser homosexual.
Tomando como referencia otros movimientos como el #MeToo, a su texto añadió la etiqueta #MeQueer sin imaginar lo que ocurriría después.
A las pocas horas esa etiqueta se hizo viral en su país y, unos días después, ya ha traspasado fronteras.
Bajo el lema #MeQueer, miles de personas han denunciado insultos, humillaciones, el rechazo e, incluso, las palizas que han recibido por el simple hecho de pertenecer al colectivo LGTBI.
Gracias a Rubén, el movimiento se ha viralizado en España. "Escribí un tuit para denunciar lo que nos pasa, lo que sufrimos; ya está bien".
El Ministerio del Interior, que se ha hecho eco del movimiento, ha animado a denunciar el acoso o la discriminación. Incluso el socialista Miquel Iceta contó su propia experiencia.
A pesar de los avances en derechos sociales, en España las agresiones contra este colectivo han aumentado. Rubén Sánchez, portavoz de Arcópoli, ha explicado que "durante el año 2018, hay registrados 205 incidentes de odio sólo en la Comunidad de Madrid".
Pero mucho de estos ataques siguen sin denunciarse. Por eso, educación y concienciación, dicen las asociaciones LGTBI, siguen siendo fundamentales.
"Quienes no sufren este tipo de situaciones no se dan cuenta de que las están causando o están contribuyendo a ellas", apunta Carlos Castaño, secretario de FELGTB.
El movimiento #MeQueer ha vuelto a poner sobre la mesa un problema que, aseguran, no debe quedar sólo en redes sociales. Sólo un cambio legal y cultural, dicen, puede acabar definitivamente con la violencia.
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