Uno de cada 250 adolescentes va a sufrir algún trastorno alimentario. El más grave de ellos es la anorexia, una enfermedad mental que cada vez se inicia en chicas más jóvenes y que, gracias a un mejor diagnóstico, se está haciendo más visible en los chavales.

"Minimizar este tipo de trastornos puede llevar a consecuencias nefastas", ha advertido la doctora Montserrat Graell, coordinadora del servicio de psiquiatría y psicología del Hospital Niño Jesús de Madrid.

Con motivo de la celebración del Día Internacional contra los trastornos alimenticios, esta psiquiatra "en pocas palabras" define la anorexia como "una alteración mental que deriva en una alteración de la conducta consistente en la obsesión por perder peso y en tener una imagen corporal distorsionada".

En España puede haber unas 400.000 mujeres con anorexia nerviosa y, aunque la prevalencia de la enfermedad se mantiene estable desde los años 90, lo destacable ahora es el adelanto en el inicio de la enfermedad, desde los 15 años hasta los 13-14 e, incluso, antes.

Ello tiene que ver, según la doctora Graell, con el adelanto de la menarquia, primer episodio de la menstruación, que se está produciendo en todos los países occidentales. Y es que la entrada en la pubertad "enciende", de alguna forma, la vulnerabilidad genética que puede existir.

La proporción de nueve chicas por cada chico se mantiene. Lo que sí está ocurriendo, ha explicado esta psiquiatra, es que la enfermedad está ahora menos estigmatizada en los chavales y se ha avanzado en el diagnóstico de éstos: se detecta antes y de forma más certera.

La primera causa son las complicaciones cardiovasculares derivadas de la desnutrición y, en segundo lugar, los suicidios. Ahora, gracias al diagnóstico precoz "llegan menos deteriorados y pueden recibir tratamiento ambulatorio".

Para Carlos Mur, coordinador científico de la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, SNS, en la anorexia crónica "hay que recuperar el concepto de persona" y la funcionalidad que el afectado ha perdido como consecuencia de la enfermedad.

Con este objetivo, la estrategia del Ministerio de Sanidad contempla la creación de un programa de atención domiciliaria, poniendo en marcha pisos terapéuticos que permitan la separación del entorno familiar.