Brody Allen, es un niño de dos años al que hace unas semanas le diagnosticaron un cáncer terminal. Lo que empezó siendo una infección de oído, terminó por convertirse en cinco tumores cerebrales intratables. Le dieron tan sólo dos meses de vida.

Los padres de Brody recibieron la peor noticia que puede recibir un padre y decidieron hacer más llevadera y feliz la vida que le quedaba a su hijo. Se dieron cuenta de que no podría disfrutar con ellos la Navidad, por lo que la adelantaron solo para él.

Su familia movilizó a todo un barrio, colocó las luces de Navidad y un enorme árbol en la puerta. "Se despertó un día y el árbol estaba fuera. Él no sabe que no es realmente Navidad, simplemente lo está disfrutando", explicó su hermana mayor McKenzie para 'The New York Times'.

La salud del pequeño se ha deteriorado, ya no tiene la misma energía y no puede mover su brazo y su pierna izquierda, pero aún así no ha dejado de sonreír. Su padre dijo que es "un tumor cerebral muy agresivo que tiene desde su nacimiento" y que no tenían ni idea de que estaba ahí.

La familia Allen junto a Brody

El hospital donde Brody recibió los extremos tratamientos, ayudó a pagar las facturas que la aseguradora de la familia no cubría y le administró la quimioterapia más agresiva que pudo para conseguir frenarlo, pero no fue efectivo. El personal sanitario se convirtió en la segunda "familia" del pequeño.

La Navidad llegó a Cincinnati en septiembre, al principio sólo fue la casa de la familia Allen, pero pronto se fueron uniendo más vecinos, gracias a una iniciativa que comenzó en Facebook llamada 'Team Brody'. Personas de todo Ohio donaron sus luces de Navidad para que fuera lo más real posible.

La gente comenzó a enviar regalos, tarjetas de Navidad y comida para Brody, que aunque no pueda comer, le hacen mucha ilusión. Además, la comunidad está organizando para este 23 de septiembre un desfile con Papá Noel, un camión de bomberos, villancicos y superhéroes. "Todos quieren ser parte de esto", declaraba una vecina.

Brody comienza a tener muy malos momentos, pero con todos estos esfuerzos, le están haciendo muy feliz. "Es realmente difícil, pero me encanta ver la alegría de sus ojos", aseguraba su madre. Son unos meses muy emocionales porque para el pequeño será la última Navidad, pero todo esto lo han movilizado "para hacerle feliz" el tiempo que le queda.

Casa de la familia Allen con los adornos de Navidad