El cauce del rio Guadiamar es ahora un bello corredor verde, las más de 4.000 hectáreas afectadas ya están descontaminadas. Pero nadie olvida aquel 25 de abril de 1998.
Entonces, la balsa con los residuos tóxicos de la mina de Aznalcóllar, en Sevilla, reventó y el veneno se quedó a las puertas de Doñana. 20 años después hay un proyecto de reapertura de la mina existente, pero sin fecha.
"Si se reabre, será después de haber pasado todos los controles ambientales", ha dicho José Fiscal, consejero de Medio Ambiente de Andalucía.
Las posturas se enfrentan, a un lado los ecologistas. Juanjo Carmona, ecologista de WWF, sostiene que "el vertido podría volver a ocurrir porque desgraciadamente no existe una minería verde".
Al otro lado están los vecinos del municipio. "El pueblo desde que se cerró la mina está muerto", apunta una mujer. 800, de los 6.000 que son, no tienen trabajo.
El alcalde de Aznalcóllar, Juan José Fernández Garrido, declara que "la mina crearía unos 1.000 puestos de trabajo; es el futuro de nuestro pueblo". Su única salvación, afirman, a corto plazo.