El de Sergio Morate es un crimen tan violento como chapucero, y hay cuatro claves que incriminan al presunto asesino.

La fundamental es la brida con la que Marina fue estrangulada. Según Istvan, el amigo que le dio refugio en su huida, Morate le contó que usó una brida para matarla. Ese es un detalle que solo el asesino podía conocer, porque los cadáveres aún no habían aparecido y ni siquera la Policía podía saberlo.

La segunda clave contra Morate es la pala que apareció en su coche. Según los investigadores, la compró en el mismo lugar que las bolsas de basura y cinta americana encontradas junto a los cuerpos. La Policía también afirma que preguntó en varias tiendas por cal viva, material con el que se cubrió a los cadáveres.

El tercer error de Morate fue creer que su mejor amigo le ayudaría. Éste dice que le llamó pidiéndole ayuda para enterrarlas, pero le dejó tirado con los cadáveres.

Tampoco ayudarán en el juicio sus antecedentes por maltratar a una exnovia anterior. Siete años antes del crímen de Marina y Laura, Morate secuestró y maltrató a su expareja para obligarla a seguir con él.