Rosa María, que no se atrevía a visitar la zona en la que se había localizado a su padre hasta que no se confirmase su identidad, ha podido localizarle por fin, un padre al que realmente nunca pudo conocer.

Tiene 84 años y, recién nacida, él desapareció de su vida. El grabado de la alianza de boda ha sido la clave para identificar a Eugenio Insúa dentro de esta fosa común.

Nunca dejaron de buscarle. Primero, sus hijos, y después, sus nietos. Alejandro ha sido el primero en ver el anillo de su abuelo: “Le dispararon en el estómago y probablemente se lo guardó antes”, asegura.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica trabaja en recuperar de esta fosa los restos milicianos asesinados nada más comenzar la Guerra Civil, para que familias como la de Rosa María y Alejandro puedan homenajear a sus muertos. Eso sí, Alejandro cree que “lo tenía que haber hecho el Estado”.

Eugenio Insúa será enterrado junto a su esposa Irene, con la que se casó el 1 de junio de 1931, la fecha que ha servido para reconocerle tantos años después.