Aaron Rodríguez cuenta lo importante que fue educarse en la diversidad para él, y también para sus padres: "No solo yo pude descubrir ciertos términos que me tocaban más de cerca, sino que también lo pudieron descubrir mis padres y hemos podido establecer un diálogo y un crecimiento personal y familiar a raíz de estas cosas que nos enseñaban en las charlas LGTBI", expresa.

El joven, de 19 años, junto con el resto de sus compañeros de instituto, pudo acceder a los talleres en materia LGTBI. "Mis compañeros heterosexuales o cisgénero han podido conocer estos temas y ayudar a sus amigos o a mí mismo a raíz de estas charlas", manifiesta Aaron Rodríguez.

"Cuando descubrí que me gustan las chicas, me sentí la única lesbiana musulmana del mundo"

Sin embargo, este no es el caso de Khadija Afkir. Ella es es musulmana, la pequeña de ocho hermanos, y en su casa, según ha afirmado, nunca le hablaron de la realidad LGTBI. "Cuando descubro que me gustan las chicas me sentí la única mujer lesbiana musulmana del mundo. Eso eran sensaciones de soledad, de desarraigo, cuando no es verdad", recuerda la joven.

Ángela Ronco quería ayudar a gente como Khadija. Por eso, siendo aún una adolescente, puso en marcha talleres en su instituto. "Lo que necesitas es saber ponerle cara, saber de lo que estás hablando y que no te pasa nada malo, que no estás enfermo", defiende la joven.

Así desmontan el veto parental

A todos les han beneficiado esas charlas LGTBI y desmontan así el veto parental: "Yo no me volví heterosexual por recibir charlas de educación sexual heterosexual", afirma Aaron Rodríguez, mientras que Khadija Afkir destaca: "Mi orientación sexual es esta; el no darla no hubiese cambiado nada".

Ángela Ronco, por su parte, asegura que el hecho de "que los padres nieguen ese tipo de información o educación a sus hijos no va a evitar que sean homosexuales o transexuales". "No va a evitar nada de eso, simplemente les va a dificultar la vida", añade.