Dos mujeres jóvenes han denunciado ante la Ertzaintza que sintieron malestar después de haber sufrido un pinchazo cuando estaban en una discoteca de Bilbao la madrugada del viernes. Ambas acudieron a un hospital donde fueron atendidas y se les realizaron diversas pruebas analíticas. Posteriormente denunciaron y la Ertzaintza ha iniciado una investigación al respecto.

Su caso se suma así a los cerca de una veintena que ya se están en investigando en Cataluña y otra docena en Euskadi. El último tuvo lugar en Girona, donde otra joven denunció ante los Mossos d'Esquadra haber sufrido un pinchazo de sumisión química mientras se encontraba en un local de ocio dela ciudad. De acuerdo con fuentes policiales citadas por Efe, en este caso, al igual que en los otros, la víctima no sufrió agresión sexual ni robo alguno. La Policía mantiene abiertas todas las hipótesis, incluida la de un posible juego de rol, de acuerdo con la misma agencia.

Una docena de casos en Euskadi

Según ha informado el Departamento vasco de Seguridad, la Ertzaintza está investigando una docena de pinchazos a mujeres registrados en los últimos 15 días en recintos festivos y espacios de ocio nocturno de Santurtzi, Bilbao, Vitoria-Gasteiz, Zarautz, Etxebarri y Zierbena. Todos estos han sido registrados en recintos festivos y locales de ocio nocturno, aunque en ninguno de ellos se han encontrado por el momento restos de inoculación de ninguna sustancia tóxica.

Dos de los casos se dieron la noche del viernes cuando un par de mujeres jóvenes estaban en la celebración de un concierto en Zarautz (Gipuzkoa). Una de las chicas ha presentado ya una denuncia en comisaría, según ha informado el Departamento Vasco de Seguridad a Europa Press.

La Policía vasca ha tenido conocimiento de que dos chicas acudieron a un centro sanitario, donde comunicaron que habían sido objeto de sendos pinchazos, por lo que se les practicaron análisis para comprobar si les habían inoculado alguna sustancia.

Protocolo ante pinchazos

En este contexto, la Generalitat de Cataluña ha actualizado el protocolo de actuación ante posibles pinchazos, de tal manera que las víctimas podrán recibir profilaxis por exposición al VIH y se les practicarán análisis toxicológicos urgentes.

Dicho protocolo establece asimismo el papel que deben tener los espacios de ocio, el personal de transportes públicos, el entorno de las víctimas o cualquier persona que aprecie un "comportamiento extraño". En concreto, en el caso de que una mujer crea haber sido pinchada, destaca la importancia de que se atienda a sus sensaciones y se le dé apoyo si es necesario, mientras se recomienda no regresar a casa sin pasar por un centro sanitario, "lo antes posible" y "preferiblemente acompañada".

Cuando la posible víctima entre en un centro sanitario, se activará el protocolo de "pinchazo accidental" y se valorará la necesidad de administrar la profilaxis postexposición al VIH, lo que debe llevarse a cabo durante las primeras 72 horas tras el incidente.

El documento aprobado por el Govern establece también que se practicarán análisis toxicológicos a la víctima "lo antes posible" y, en el caso de que se sospeche de una agresión sexual, se activará el protocolo previsto para esos casos. Si se considera oportuno, el centro proporcionará apoyo psicológico a la persona afectada.

Así las cosas, y mientras la consellera de Igualdad, Tània Verge, llama a mantener la calma, al igual que han hecho desde la organización empresarial de ocio nocturno Spain Nightlife, la Guardia Urbana de Barcelona -ciudad en la que se han denunciado pinchazos- ha implantado cuatro itinerarios seguros permanentes contra la violencia sexual en entornos de ocio nocturno, entre estas zonas y las paradas de transporte público más cercanas, en Front Marítim, Poblenou, Paral.el y Gràcia-Sarrià Sant Gervasi.

Esta acción busca aumentar los recursos de prevención y detección de la violencia sexual ante el incremento de estos delitos, a través de un proyecto de corresponsabilidad que integra también a los operadores del ocio nocturno. Además, se han identificado los espacios que pueden tener mayor riesgo debido a su configuración urbanística, como la falta de iluminación, la excesiva vegetación o cualquier otra característica que pueda dificultar la visibilidad.