Continúan llegando migrantes a la isla de El Hierro. Este domingo lo han hecho unas 320 personas más que viajaban en dos cayucos, entre ellas bebés y varias mujeres, una de ellas embarazada, lo que ha reactivado el colapso tras el traslado a Tenerife de cientos de migrantes que habían desembarcado en la isla en los días previos.

Una situación ante la que presidente canario, Fernando Clavijo, ha reclamado más medios y ha anunciado la instalación de un hospital de campaña junto a Cruz Roja. Pide la intervención del Gobierno central para que los menores llegados a las islas reciban un trato adecuado y dejen de repetirse imágenes como las de personas durmiendo al raso sobre el muelle del tinerfeño Puerto de los Cristianos.

Allí, llevan dos noches a la intemperie, mientras continúa el aluvión de llegadas en condiciones infrahumanas, tras días navegando a la deriva en una dura y larga travesía. Las islas están saturadas y el Ejecutivo autonómico reclama ayuda urgente y plantea montar ese hospital de campaña con médicos jubilados para no desatender a la población.

El presidente del Cabildo de El Hierro, Alpidio Armas, asegura que están intentando que "su estancia sea lo mejor posible" pero que no tienen "medios ni humanos ni materiales", por lo que reclama que "la gente que tiene responsabilidades" vayan a la isla para que comprueben la situación que está atravesando. Allí, todavía hay 240 menores migrantes no acompañados a la espera de tener un refugio digno.

La historia de Tama: "Pensábamos que no íbamos a llegar"

Tama llegó hace tres años a la isla de El Hierro en un cayuco parecido a los que lo han hecho en esta última semana. "Cuando vimos la luz estábamos todos contentos porque dijimos que estábamos salvados", recuerda el joven, que dejó en Malí a su hija de solo meses de vida para embarcarse en una peligrosa travesía.

Un durísimo viaje en el que pasó "días sin comer ni beber, porque se acabó la comida y la bebida". "Pensábamos que no íbamos a llegar, gracias a dios al final llegamos", relata. En uno de los centros de acogida conoció a Lorena y se hicieron tan amigos que ella se convirtió en su madre adoptiva: "Yo le di trabajo en mi restaurante y entonces pues ha dependido de él solo", explica la hostelera.