Encierros, cuarentenas, separaciones, despedidas, abrazos virtuales y mascarillas, muchas mascarillas. Tras dos años, las mujeres vuelven a las calles. Vuelven aunque nunca se fueron. Vuelven porque tienen ganas de gritar, tan alto y fuerte como siempre. Porque la pandemia sigue y las causas por las que luchar también. De hecho, ya están en marcha muchas actividades para conmemorar el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, que tendrán su culmen con una manifestación en la capital que saldrá desde Atocha hasta Colón.
En Madrid, la Comisión 8M del movimiento feminista ya ha lanzado el manifiesto de este año, que tiene varios mensajes muy claros y concisos. El primero ya lo dice todo: "Las feministas tenemos un plan: vamos a cambiar el sistema".
Estas mujeres, que conforman el espacio unitario donde el movimiento feminista se junta desde 1977 para organizar lo que se haga el 8M, aprovechan la efeméride para recordar la importancia de este movimiento. "El feminismo tiene las herramientas y el espíritu combativo para acabar con todas las violencias generadas por la desigualdad", escriben en su manifiesto. No en vano, insisten en recordar que la lucha feminista "nos enseña a reconocer los gestos que sostienen el mundo, a reconocer la vulnerabilidad, la ternura y la interdependencia, a defender una igualdad radical que no acepta que haya unas vidas menos válidas que otras".
Porque sí, el feminismo fue necesario cuando nació y también ahora, en pleno año 2022 y siglo XXI. "Nos da una mirada política que identifica en el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo y el extractivismo las causas de esta desigualdad y esta violencia", insisten desde la Comisión, que mandan un mensaje claro: "Nosotras vamos a cambiarlo todo".
La lucha de clases es la lucha feminista
La lucha feminista lo impregna todo, y así continúa el manifiesto: "Luchamos contra el racismo sistémico, los desahucios y la pobreza energética; desde la conciencia de la crisis climática y la falta de medidas eficaces para detenerla; contra la desigualdad e injusticia omnipresentes; contra los asesinatos, violaciones, violencias vicarias y todas las violencias machistas".
Con la brecha salarial aún dañando a las mujeres, la Comisión recuerda su combate contra la "precarización y vulnerabilización", creando "espacios de reflexión y acción política". "Nosotras, las feministas, las mujeres precarizadas, empobrecidas y violentadas; disidentes de sexo, género y expresión de género; migradas y racializadas; gordas, discas, menores, dependientes, defendemos derechos para todas, todos los días", zanjan.
Así, se aventuran a comentar acciones que pueden hacer de resorte para despertar. "Puede que la chispa que nos incendie sea la defensa de un mural", comentan las feministas, que lamentan que en estos años de pandemia se han agravado las violencias machistas, aumentando la carga de trabajo de cuidados –que casi siempre recae en las mujeres–.
La lucha feminista no es solo salir a las calles a gritar los 8 de marzo. La lucha feminista se hace también cuando las mujeres se organizan, cuando plantan huertos y cuando okupan edificios "para las familias desahuciadas", insisten desde la Comisión.
"Abrimos centros sociales para crear cultura, arte y pensamiento popular e inclusivo; clubes que fomentan un deporte colaborativo", enumeran las feministas, que reiteran que la lucha de las mujeres es también la lucha por el clima y el planeta. "Alimentamos barrios, limpiamos montes, creamos redes de apoyo escolar, de sostén y asesoramiento para la salud mental, para defendernos ante los abusos policiales, laborales, de vivienda, contra las violencias machistas".
Todo esto, en esencia, nos enseña y recuerda que las mujeres no están solas y que tampoco son únicas, sino diversas. "Aprendemos a compartir la vulnerabilidad. Aprendemos que si nos tocan a una, nos tocan a todas, que no podemos dejar a ninguna atrás. Aprendemos a caminar despacio para esperarnos y a correr cuando se necesita. Aprendemos la alegría de estar juntas, disfrutamos imaginando en común ese mundo que ya estamos transformando. Vivimos un poco en él, incluso. Aprendemos que organizarnos es empezar a vencer".
La interculturalidad, la educación y la salud
Las feministas de Madrid informan de que el Tribunal Constitucional ha admitido a trámite varios de los recursos que presentaron en contra de la prohibición de las manifestaciones del año pasado. Bajo su punto de vista, no se trata solo de una manifestación, sino que alertan de que la Comunidad de Madrid busca "deslegitimar y criminalizar a los colectivos, asociaciones y personas que, desde los feminismos, plantean una alternativa radical al modelo basado en el individualismo, el consumismo y la privatización que impera hoy".
Si hay un motivo para salir a las calles este año es "ante las agresiones de la extrema derecha, ante las políticas del sálvese quien pueda de la Comunidad de Madrid; ante el retroceso en derechos y libertades y el clima casi irrespirable y ante el aumento de la violencia, la misoginia, el sexismo y la LGTBIfobia".
Por todo ello, exigen una educación pública, universal, gratuita y de calidad: "Que aumente el profesorado y el personal de apoyo". Además, reclaman "una educación sexual y afectiva que abrace y celebre todas nuestras identidades y opciones sexuales, que combata las violencias machistas, que eduque en la corresponsabilidad, la equidad, la autonomía y la libertad".
"Queremos un currículum basado en la interculturalidad, que reconozca la diversidad y las aportaciones de todos los grupos sociales, como el pueblo gitano", insisten en el documento, en el que se solicita que se abandone "el paradigma androcéntrico, extractivista, eurocéntrico y colonial", abogando por celebrar y fomentar "la riqueza lingüística y cultural del Estado español", incluyendo "de manera efectiva" la diversidad funcional.
Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es el papel central de la sanidad, que debe ser "pública, universal, gratuita y de calidad", insisten las mujeres. De este modo, se recuerda la necesidad de atender el bienestar emocional y psíquico, combatir los "sesgos capacitistas, de clase, de género, LGTBIfóbicos y racistas". En esencia, opinan que se debe poner "la salud de las trabajadoras por encima de los intereses de las empresas".
"Queremos salud, entendida como bienestar físico, mental y social, no solo como ausencia de afecciones y enfermedades", zanjan. "Nuestra salud es incompatible con la violencia que ejerce sobre nuestros cuerpos, corazones y mentes eso que llaman el ‘mercado’ de trabajo, en complicidad con el mercado de la vivienda", reclaman las feministas.
Salud es también el trabajo. En este manifiesto, bastante completo, se habla también de ello: "Exigimos condiciones laborales dignas para todas: acabar con las externalizaciones, la temporalidad y las jornadas parciales no deseadas; acabar con los abusos empresariales, con la explotación de las autónomas y con la marginalización de las jóvenes y de las personas con diversidad física e intelectual", escriben.
"Queremos vivir plenamente todas nuestras vidas: personal, afectiva, familiar, militante y, si no queda más remedio, laboral", claman las feministas, que aprovechan este 8M para pedir una justicia gratuita, universal y accesible, y añaden: "una justicia que nos escuche, que nos crea, que no nos exponga; que elimine los sesgos patriarcales, racistas, clasistas y capacitistas".
También aquí tocan un punto importante: el derecho a la autodeterminación de sexo y/o género para todas, "sin limitaciones", matizan. Además, piden la regularización de las personas migrantes, la derogación de la ley de extranjería y el fin "de la represión asesina en la frontera sur, el cierre de los CIES y el derecho al voto de todas las personas que viven en el Estado español".
"Queremos un mundo sin muros, ni fronteras, ni guerras", vuelven a decir las feministas, que se dan ellas mismas por apeladas y añaden que no es el deseo de las mujeres "explotar" a nadie". "No queremos sustentar nuestra vida sobre la explotación de otros territorios, de otras poblaciones, de otras mujeres", agregan. "Nuestro bienestar no puede depender de un sistema colonial que oprime a tres cuartas partes de la población, ni de un sistema extractivista que amenaza con destruir el planeta".
"Un grito global"
Porque sí, de nuevo las feministas hacen un trabajo de síntesis y recuerdo, insistiendo en que la lucha de las mujeres es un "grito global". "Nuestra lucha es la de todas, en todos los lugares del planeta". Recuerdan un origen: "las miles de mujeres que padecieron la represión franquista en todas sus formas son parte de nuestra memoria democrática y feminista".
Recuerdan, también, a "las defensoras indígenas de la tierra", a las mujeres polacas, brasileñas, húngaras, indias y "todas las que se enfrentan a gobiernos fascistas". Las feministas de Madrid caminan "con las mujeres mexicanas, sudafricanas, salvadoreñas y todas las que se organizan ante los feminicidios y la complicidad de sus gobiernos". Una lucha mundial en la que no se deja a nadie atrás: "reivindicamos la libertad y agencia de las mujeres afganas, palestinas, malienses, kurdas, saharauis y de todas las que resisten las guerras, las diásporas y los exilios".
No todo son malas noticias en este manifiesto. Estos últimos meses se han celebrado muchas victorias feministas, y con su imagen se despiden las madrileñas: "Hemos sacado los pañuelos verdes con nuestras compañeras argentinas y colombianas y su conquista del derecho al aborto y hemos vibrado con nuestras hermanas chilenas y su grito contra la violencia".
"El movimiento feminista, en toda su diversidad, construyendo múltiples y valiosísimas alianzas, es una caja de resonancia de toda la conflictividad social, así como del deseo y el entusiasmo por cambiarlo todo, desde la convicción de que un mundo justo es posible", resumen las feministas de Madrid.
Para terminar, otro recordatorio: "Somos un movimiento de genealogías diversas que transforma todos los aspectos de la vida". Y, en medio de una crisis global, su palabra es fuerza y seguridad: "Las feministas tenemos un plan, dibujamos otra trayectoria posible, con una potencia feminista que atraviesa fronteras y derriba muros".
"Nos llamamos a seguir caminando juntas, a seguir en rebeldía hasta que la sociedad feminista que queremos sea una realidad para todas y cada una". Ayer, hoy y mañana. Todos los días, faltaría más.