Las toallas donde se encontró su ADN, estaban en la escena del crimen y es la principal prueba contra Francisco: "Esa toalla era de mi pequeña, de mi niña y estaba en el cuarto de baño donde normalmente se bañaba".

Marianlea la madre de la pequeña de ocho años asesinada, ha tenido que enfrentarse a este doloroso interrogatorio, protegida en todo momento de su expareja por una mampara.

Según ha declarado Francisco controlaba sus salidas, sus amistades e incluso la insultaba: "Se cagaba en mi puta madre, vete a chuparla, no vales nada. He cambiado una tía redonda por otra que no vale la pena. Que si no iba a la plaza de abastos no era una mujer".

Sufría según ella, maltrato psicológico: "Me llamaba 20.000 veces al teléfono, cómo vestir, no me podía reír, no podía hablar".

Estas declaraciones apoyarían la tesis de que el crimen se cometió por celos. Unos celos que por cierto desaparecieron según ella tras el asesinato: "Los celos se le acaban y entra a mi casa como si le hubiera quitado el puesto a mi marido".

Manrianlea mantuvo su relación con él y no sospechó nada hasta que le detuvieron, casi un año después del doble crimen.