Tras una dura batalla legal para decidir el futuro del pequeño Charlie Gard, un juez ordenó que el bebé fuera trasladado a un hospital de enfermos terminales, donde se le desconectó del respirador artificial que le mantiene con vida.
Después de dar por perdida la batalla, los padres de Charlie pidieron llevarse al niño a su casa para que falleciera allí. Sin embargo, el hospital donde se hallaba ingresado el menor señaló que no era posible debido al aparato de respiración al que estaba conectado.
Ante la negativa, propusieron una segunda opción:poder pasar más tiempo con él en el hospital. Tampoco les concedieron esta petición. "Pese a que nosotros y nuestro equipo de abogados ha trabajado sin descanso para preparar esta casi imposible tarea, el juez ha ido contra nosotros y ha atendido la petición del hospital", ha lamentado la madre de Charlie, Connie Yates.
"La mayoría de la gente nunca entenderá por lo que hemos pasado. No hemos tenido control sobre la vida o la muerte de nuestro hijo", ha añadido Connie, en declaraciones a la cadena británica 'BBC'.
La madre de Charlie ha señalado que lo único que querían ella y su marido era tranquilidad con el menor: "Sin hospital, sin abogados, sin tribunales, sin medios de comunicación, solo tiempo de calidad con Charlie, lejos de todo, para decirle adiós de la manera más cariñosa posible".