El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 de Valladolid ha concedido el tercer grado a Miguel Ángel Flores, el empresario condenado por la muerte de cinco jóvenes durante un fiesta en el Madrid Arena en 2012. Le otorga el régimen de semilibertad, a pesar de la oposición de la Fiscalía.

El recluso cumple en la prisión de Segovia una condena de cuatro años de prisión por cinco homicidios por imprudencia grave. Una pena impuesta por la Audiencia Provincial de Madrid en 2016. Así, el magistrado estima el recurso de Flores contra la decisión de Instituciones Penitenciarias de mantenerlo en segundo grado.

El tercer grado es la clasificación más flexible para un condenado; se la considera de semilibertad porque da la capacidad al recluso a realizar salidas periódicas de la prisión e, incluso, a pasar determinadas noches fuera de ella.

El juez apunta que "se trata de un interno primario, normalizado y que sale regularmente"

En su resolución, el juez explica que el artículo 102 del Reglamento Penitenciario establece que para determinar la clasificación de un preso se ponderarán la personalidad y el historial individual, familiar, social y delictivo del interno, la duración de las penas, el medio social al que retorne el recluso y los recursos, facilidades y dificultades existentes en cada caso y momento para el buen éxito del tratamiento.

En este caso, añade el magistrado, "se trata de un interno primario, normalizado, condenado a una pena de cuatro años de prisión por homicidio imprudente, que sale regularmente de permisos. Visto su historial de actividades y valoración es factible la libertad condicional anticipada, esto es que de reunir los demás requisitos, sería posible en octubre de 2020. Por ello se estima el recurso".

La decisión del titular de Vigilancia Penitenciara, notificada este miércoles, 18 de diciembre, no puede ejecutarse de manera inmediata porque es recurrible ante el órgano sentenciador, en este caso la Audiencia Provincial de Madrid. Y ese eventual recurso tiene efectos suspensivos.

La muerte de cinco jóvenes en el Madrid Arena

La madrugada del 1 de noviembre de 2012 cinco jóvenes fallecieron durante una fiesta que se celebraba en el Madrid Arena. El aforo estaba limitado para 10.620 personas, pero finalmente se vendieron 16.492 entradas y se repartieron más invitaciones. Este hecho, sumado a la falta de controles de seguridad, provocó una avalancha que resultó mortal.

Algunos de los testigos llegaron a describir la situación como "una masificación de gente increíble". Ante la masiva llegada de gente, entre las 02:00 y 03:00 horas se modificaron los lugares de acceso, abriendo el portón cero. Tras ello, en solo media hora, accedieron al recinto unas 3.000 personas y las puertas de emergencias acabaron bloqueándose.

Hacia las 03:30 horas, se produjo una avalancha y uno de los vomitorios quedó bloqueado. Los asistentes que intentaron salir por esta zona comenzaron a caer unos encima de otros y tres de las jóvenes, fallecieron asfixiadas en el acto. Las otras dos víctimas murieron en el hospital, donde ingresaron en estado de gravedad.