El pasado viernes, Benjamín Serra hacía pública en su twitter (@Benjaserra) la experiencia que ha vivido desde que el pasado mes de octubre abandonó España en busca de un trabajo digno. Este joven licenciado en Periodismo y Publicidad y Relaciones Públicas con Premio Extraordinario Fin de Carrera en ambas, realizó unas prácticas en un periódico hasta abril, y en mayo encontró un empleo en una cafetería. Desde entonces, vive sirviendo cafés, recogiendo mesas y limpiando WCs.

"Limpio la mierda de otros en un país que no es el mío. No me avergüenza hacerlo. Limpiar es un trabajo muy digno. Lo que me avergüenza es tener que hacerlo porque nadie me ha dado una oportunidad en España. Como yo hay muchos españoles, sobre todo en Londres", afirma este joven valenciano.

Frente a la descripción que algunos han hecho de los españoles que dejan el país, tildándolos de "aventureros", Benjamín recuerda: "No nos engañemos. No somos jóvenes de aventura para aprender el idioma y vivir nuevas experiencias. Somos inmigrantes".

La historia de Benjamín muestra la crudeza que la mayor parte de los jóvenes españoles viven en estos días. El alto nivel de desempleo hace que cada día muchos cojan sus maletas y comiencen una nueva vida en un lugar desconocido donde a veces no son tan bien recibidos como podría esperarse. "Algunos clientes te miran por encima del hombro por el simple hecho de ser 'barista'", señala.

Según datos de la Encuesta de Variaciones Residenciales del Instituto Nacional de Estadística (INE), el año pasado salieron de España 56.392 personas de nacionalidad española, cifra que duplica la alcanzada en 2007, año del inicio de la crisis (28.091). Hasta finales de 2012, un total de 390.206 españoles habían salido del país por motivos laborales desde principios de 2008.

Al llegar a su nuevo destino, la dificultad del idioma hace que pese a tener estudios universitarios, muchos tengan que optar a trabajos de baja cualificación con salarios limitados en un entorno donde, como en el caso de Londres, el nivel de vida es bastante más alto que en España, lo que hace que muchos tengan que pasar auténticas penurias para llegar a fin de mes.

"Yo creía que merecía algo mejor después de tanto esfuerzo en mi vida académica. Parece ser que me equivocaba", sentencia Benjamín.