El aceite vale oro, la aceituna este año se paga bien y los ladrones lo saben. "Te echan dos olivos a los mantos, se lo llevan y te han fastidiado este año 200 euros", dice José Luis Sánchez, agricultor. Y eso en el mejor de los casos, pues estos viven preocupados, temen llegar un día y ver que les han robado la cosecha.

Otro agricultor, Fernando Micó, asegura que tienen "las manos atadas porque ¿qué haces? No vas a estar allí de noche". El Grupo Roca de la Guardia Civil vigila a pie de campo que todo esté en regla, pero hay mucha picaresca.

El agente Juan Antonio Romero señala que "aprovechan un documento legal y con él introducen más kilos de la cuenta. A lo mejor tienen permiso para coger un campo de 50 olivos y realmente están vendiendo olivas como si hubieran cogido el doble o el triple y ahí se detecta el hurto".

Vigilar miles de hectáreas es imposible, por eso la Guardia Civil intensifica los controles tanto en los accesos a las almazaras como en el mismo punto de venta. El objetivo es evitar que el producto robado llegue al mercado. "Si roban y no lo pueden vender, prácticamente acabamos con el problema", indica Vicente Estevez, de Grupo Roca de Xàtiva.

Aunque sigue ocurriendo, hay más robos pero menos denuncias. Muchos agricultores desisten, creen que es poco el castigo y mucha la impunidad. Por eso exigen que se endurezcan las penas, ya que, hoy por hoy, la multa compensa el botín, les sale barato robar e incluso si les pillan.

"Vienen hoy, cogen 500 kilos, mañana otros 500, pasado otros 500, y cuando te has dado cuenta te han vaciado el campo y no tienes nada y a ellos no les pueden hacer nada", explica Rafa Tomás, gerente de un almacén. Aun así en el sector insisten en la importancia de denunciar para hacer visible un problema que les supone al año más de 25 millones de euros al año en pérdidas.