La historia se abre para apuntar un nombre, el de Anita. La fotografía de una joven miliciana anarquista en una barricada en Barcelona al comienzo de la Guerra Civil ha recorrido exposiciones y museos. Sin embargo, la identidad de la protagonista de la icónica imagen se desconocía hasta ahora.
En ella, una joven expone la sonrisa propia de quien creyó, en esos primeros días de la Guerra Civil, que la derrota de los sublevados era posible. Con el rostro iluminado, despliega la bandera de la CNT en una barricada de Barcelona y el fotógrafo Antoni Campañà está ahí para capturarlo.
Que perdieron la guerra lo sabrían tres años más tarde y que tras esa guerra vendrían 40 años de dictadura era algo que aquella mañana de julio por las calles de Barcelona Anita no podía imaginar.
Su rostro, feliz, fue congelado en el tiempo por una fotografía que acabaría escondida, junto con otras, en una caja roja. Su autor, Campañá, las escondió por miedo a represalias.
Cuando en 2018 sus herederos las revelaron descubrieron un legado inmenso que acabó expuesto en Barcelona. Fue ahí cuando la sonrisa de nuestra miliciana desconocida llamó la atención de unos turistas franceses.
Reconocieron a su tía abuela Anita y reconstruyeron su historia. Nacida en Almería, se mudó pronto a Barcelona, donde militó en el anarquismo, en 1939 huyó a Francia, donde sus nietos la recuerdan cocinando paellas y cantando por Lola Flores. Murió feliz en 1977. Se llamaba Ana Garbín Alonso, y durante el instante que duró la foto que hoy la dibuja, soñó que la victoria era posible.
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