Tatúa sobre su cuerpo su derecho a elegir cuando ser o no madre. Es la forma en la que la artista japonesa Choo San ha querido plasmar una cifra alarmante, la de las 14 millones de adolescentes que cada año son obligadas a dar a luz en contra de su voluntad.

Y como ejemplo, Irlanda donde cada día al menos 12 mujeres se ven obligadas a viajar a Reino Unido para abortar de manera clandestina por culpa de una ley totalmente restrictiva. Una situación a la que, según Amnistía Internacional, se acerca peligrosamente España.

Porque atenta, dicen, contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Derechos que hoy día siguen violándose en países como Nepal donde decenas de niñas menores son obligadas a casarse, Burkina Faso donde se niega el uso del preservativo a las mujeres o los países del Magreb donde las niñas que son violadas son obligadas a casarse con su violador.

Prácticas, lejos y cerca, tras las que se esconde una causa común: una discriminación profunda que desposee a la mujer de un bien exclusivamente suyo, su propio cuerpo.