Alrededor de una mesa, se debate: por un lado, Fernanda y Amanda, madres y terapeuta y profesora de secundaria respectivamente. Por otro, Jasmine y Vera, sus hijas de 14 años. En el centro de la discusión se encuentra el teléfono móvil, del que todavía no disponen estas adolescentes por decisión de sus padres.
"Me frustra un poco que no me lo den porque siento que todo el mundo lo tiene, hasta gente más pequeña que yo...", resalta Jasmine. "Me siento la rarita, la pequeña, la que tiene los padres raritos", apunta por su parte su amiga Vera.
Sobre todo nos cuentan que existe cierta presión social cuando se relacionan con otros amigos que sí que tienen móvil. "Yo a veces me siento un poco excluida porque ellos hablan cosas por los grupos y yo no me entero...", detalla Jasmine. "En las quedadas están con su móvil, hablan por chat con el móvil, aunque estén al lado... Es extraño y es como... '¡Hola, que estoy aquí!'", bromea Vera.
A Fernanda, madre de Jasmine, lo que más miedo le da es "que se pierdan otras experiencias que son mucho más interesantes como estar en la calle, en la naturaleza...". A Amanda, por su parte, le aterra que "al darle el móvil", su hija "pueda entrar en una red de inseguridad sobre sí misma que acabe con ella". Sobre todo, por cómo se exponen las adolescentes en redes sociales, cómo se comparan o cómo sufren juicios de personas que ni siquiera conocen.
De hecho, según Jasmine, no es raro ver en clase situaciones de "acoso que se hace por el móvil, de mandar mensajes que no dirías a la cara y que pueden herir mucho". Vera, sinceramente, cree que es madura y responsable pero admite: "No sé claramente si yo podría controlar el enganche que se suele dar a redes sociales como Tik Tok".
El que ya tiene experiencia es Tane, de 13 años, que cuenta con un móvil desde los nueve. "Hay veces que solo voy a ver una cosa y acabo viendo más... Hay ratos que sí estoy muy enganchado", reconoce. Su madre, Sonia, destaca que suele estar encima de él para que "cuando se encuentre contenido que no es para su edad, como puede ser el contenido pornográfico, no acceda porque no le va a venir bien".
Sonia sabe que el hecho de que su hijo tenga ya un móvil no es lo mejor... pero tampoco quiere que se quede desconectado. Y es que esa parece la cuestión: más conectados a lo virtual o más conectadas a lo físico.
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